La belleza de la entropía


Hace un par de semanas estuve en la presentación del precioso poemario Entropía de Voces, de Milagrosa Díaz Gálvez.

Recomiendo su lectura por los bellos poemas que la autora comparte, desnudando su yo interior en cada uno de ellos.


Me encanta el sentido que Mila confiere a la palabra entropía como:concepto de caos o desorden que pretende conciliar pensamientos aparentemente dispares”, “Espacio de voces que se retroalimentan de dentro a afuera y viceversa” y  “conciliar cavilaciones dispares, porque la vida es confusa”.
Utilizando estos significados del término, me gustaría escribir hoy mis reflexiones sobre el mundo de la empresa,  la gestión de personas y la entropía.
 
 
Originalmente el concepto de entropía apareció como una palabra acuñada del griego em (en-en, sobre, cerca de) y sqopg (mudanza, giro, alternativa, cambio, evolución). La entropía surgió en el campo de la física, pero en la actualidad es aplicable a muchas otras áreas, como la información o la economía.
En su interpretación más general establece que a cada instante el Universo se hace más desordenado. Hay un deterioro general e inevitable hacia el caos.
No creo en la entropía como significado de que todo empeora de manera irreversible. No obstante, sí creo en la necesidad de coordinar pensamientos heterogéneos que afectan a la empresa y a cómo entendemos la función de RRHH.
Hay sistemas en los que la entropía no es directamente proporcional al desorden, sino por el contrario al orden, como puede suceder en las organizaciones. Podemos dar a la entropía el rol de creadora de un nuevo orden.
 
 
Como decía Einstein, todo orden es el primer paso hacia un nuevo caos.  La crisis no tiene por qué ser algo malo que suceda a países y empresas, porque bien gestionada puede conllevar el progreso.
La creatividad nace del desequilibrio, en los tiempos de crisis surgen las mejores ideas de la humanidad.
 
 
La tecnología evoluciona, la sociedad se transforma, las personas se adaptan, el mundo se diversifica y las organizaciones deben innovar. Todo cambia y en el cambio necesitamos encontrar un nuevo equilibrio.
Este equilibrio exige tiempo, esfuerzo y alterar la cultura empresarial.
 
 
No puede haber una organización que crezca sin salir de su zona de confort y para romper con la rutina debe aparecer el caos. Un caos que cuestione las reglas que eran válidas hasta el momento, los principios económicos que hemos seguido y las políticas de RRHH que han gestionado profesionales durante siglos.
 
 
Ninguna organización se salvará del proceso entrópico que estamos viviendo y que nos conducirá a una nueva situación de equilibrio. Este proceso es irreversible. No podremos volver a una situación como la de partida antes de la crisis.
Llegaremos a otra situación diferente, pero sólo siendo una empresa transformada y adaptada.
 
 
El mercado laboral, el tejido empresarial, la economía y las empresas están sometidos actualmente a un proceso invariable que busca un nuevo equilibrio.  Lo que considerábamos caos, encierra una armonía adecuada a las circunstancias actuales.
Hablo del nuevo orden a partir del desorden. De romper con las prácticas de “toda la vida de Dios”, de arriesgar, de fomentar la tolerancia al fracaso para poder evolucionar y  de “aprender a aprender” de una manera disruptiva.
Las empresas sienten una pulsión por reproducir un estado previo, repetir lo que fue válido en una situación social, económica y política anterior. Se trata de una obstinación en querer hacer las cosas como antes. Un buen liderazgo y una correcta gestión de personas tienen el deber de luchar contra esta fuerza.
La entropía siempre crece, es inevitable y siempre nos rodea. El desorden sucede en la vida cotidiana en todos los momentos, pero ¿es malo este caos? Yo lo encuentro incluso bello, por la sensación tan agradable que produce encontrar la armonía dentro del caos.
El grado de incertidumbre generado es positivo, ya no hay respuestas claras ni estructuradas, porque tratamos nuevos problemas que no hemos podido predecir.
Ahora nos toca trabajar para poder estar preparados para los futuros cambios, generar organizaciones flexibles, ser conscientes de la entropía organizativa, suscitar profesionales adaptables y conseguir  un liderazgo resiliente.
La entropía del universo siempre aumenta y nada puede hacerse para evitarlo. En el mundo de la empresa también, depende de la calidad de nuestras acciones, las reacciones que generemos en el entorno. Además hay que tener en cuenta que todo lo que existe pasa gradualmente de un estado ordenado, a otro caótico y de este estado caótico no hay regreso.
La vida es una especie de lucha contra la entropía, por lo que avanzaremos más  si canalizamos toda la energía en adaptarnos al caos en el que nos vemos arrastrados que continuar nadando contracorriente.



                 "Todas las cosas deben cambiar, y solo así permanecen verdaderas"
                                                                                                                                           C.G. Jung





4 comentarios:

  1. Querida Sonia, tu post me parece muy acertado, la entropía de todo sistema al que se deja actuar libremente, es inevitable. Los mecanismos de control proactivo son los únicos capaces de ralentizarla, pero no de detenerla por completo.

    Echando un vistazo a la sociedad actual, a la situación política y a la situación económica, verás que la tendencia natural de todo sistema es degenerativa y que lo que han fallado son los sistemas de control.

    En las organizaciones empresariales sucede lo mismo, sólo los diferencia el control que se ejerce y cuyos mecanismos son permanentemente actualizados.

    Sin embargo, diferenciaría entre el caos y el cambio controlado. El primero no es bueno, se resume en la frase "el mercado se autorregula", pero esa autorregulación produce consecuencias terroríficas. El cambio controlado, sin embargo, es una oportunidad de adelantarse a la irreversibilidad y de detectar oportunidades para la mejora.

    Gran post

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    1. Muchas gracias Luis. Realmente interesante tu comentario.
      Me encanta el concepto de entropía como desorden que no podemos controlar y que nos obliga a cambiar para encontrar un nuevo equilibrio.

      Un abrazo.

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  2. Sonia, me ha encantado tu percepción de la belleza del caos.

    Sin duda la entropía en la actualidad aplicada en la empresa no puede ser sino una herramienta para un nuevo orden.
    La situación económica actual ha obligado a la empresa a regenerarse y buscar nuevas fronteras donde poder desarrollarse. Esta función, es la que toca jugar directamente a los RRHH de las empresas para superar la crisis.
    Es por ello que las empresas están sumergidas en la actual entropía buscando el equilibrio: unas buscan como objetivo de superación instaurar, de nuevo, patrones reproducidos anteriormente, y como bien dices cayendo en la obstinación de hacerlo en otro contexto social, polítco y económico.
    También es cierto que otras adoptan medidas innovadoras, buscando acertadamente y como tú abogas por una situación diferente. Por una empresa transformada y adaptada que a mi modo de ver ofrece una percepción de gran solidez, incluso en tiempos adversos. Otras en esta entropía empresarial se dedican a permanecer pasivas o copian medidas adoptadas por otras empresas.

    Para concluir, soy de la opinión de que la labor de los RRHH, es la de conciliar las distintas variantes dentro de la entropía, eso sí, con una gran cultura empresarial, favoreciendo la gestión del cambio en la empresa y haciendo que las personas que la forman se adapten a los nuevos objetivos y a las transformaciones que se lleven a cabo dentro de ella, y que la consideren como la mejor opción.

    No me atrevo a valorar si la entropía en la empresa es satisfactoria, o no. Lo que sí sé, es que cuando aparece ha de darse un paso a la imaginación.

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    1. Muchísimas gracias Silvia por tu comentario, casi me ha parecido más interesante que mi post :-)

      Me ha encantado tu reflexión sobre la entropía como herramienta para un nuevo orden, muchas gracias por querer compartirla en el blog.

      Un abrazo,
      Sonia

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