Si me hubieran hecho esta pregunta hace unos meses
no habría sabido qué responder. Imagino que después de pensarlo un rato habría
querido argumentar que prefiero ser pato por la libertad de poder volar, vivir
en un entorno agradable e incluso cambiar de residencia buscando el buen tiempo…
Pero tras varias conversaciones interesantes con alguien
a quien admiro mucho, ahora puedo afirmar con seguridad que quiero convertirme
en un pato en el entorno profesional y en mi vida personal.
¿Y por qué quiero ser un pato?
Porque como me ha explicado Alejandro Costa, las
personas recibimos el feed-back de nuestra actividad continuamente y esta
retroalimentación de información la percibimos como una especie de cubo de agua
fría que nos tiran encima.
Ante un feed-back que nos dé alguien podemos
reaccionar de dos formas: como un pollo o como un pato.
Cuando el pollo se queda mojado y sorprendido le
cuesta reaccionar, está incómodo, desorientado y lo más probable es que se
sienta mal.
Pero cuando al pato le arrojas agua de golpe, se
sacude rápidamente y es capaz de seguir nadando como si no hubiera ocurrido
nada anormal o desagradable, porque de hecho el agua forma parte de su medio
natural.
Si pensamos en una evaluación del desempeño en la
mayoría de las organizaciones, en concreto en el feed-back que se recibe por
parte de los responsables, estaremos todos de acuerdo que en demasiadas
ocasiones la gente sale del despacho de su jefe con aspecto de pollito mojado y
desorientado, en lugar de un pato que nada contento, ¿verdad?
¿Es posible
cambiar esto?
Desde que me interesa aprender sobre la
gamificación aplicada a la gestión de personas, me he dado cuenta de la
cantidad de horas que dedicamos al trabajo en un ambiente de tensión,
conflicto, enfados, discusiones, seriedad, etc.
La semana
pasada tuvimos en casa un “finde muy hogareño” por varias cuestiones de salud y
lo dedicamos a estrenar todos los juegos de mesa que los Reyes Magos habían
traído a mis hijos.
Hubo momentos de alta competitividad (aquí entono
el mea culpa), risas, complicidad, estrategias, etc. pero lo que predominó en todos
los juegos fue el entretenimiento y el buen clima.
Así que uniendo ambas situaciones no puedo evitar
reflexionar por qué no utilizar estrategias de juego en un entorno profesional
para que podamos cambiar una rutina, aprender algo, debatir un
tema o hacer cualquier otra cosa en un entorno más relajado, con menos rigidez
y que además nos motive.
Reconozco que no suena fácil, pero desde luego no
es algo imposible de conseguir y como me encanta poder poner ejemplos de
personas y organizaciones que se arriesgan y hacen las cosas de otra forma, hoy
quiero compartir el caso de C&G.
Cuando Alejandro me llamó este verano para
presentarme un proyecto y pedirme mi feed-back, no podía sospechar que se trataba
de algo tan rompedor, pero así, de repente y por sorpresa conocí a Paconica.
Paconica es un sistema de gestión de recursos
humanos que utiliza técnicas de gamificación cuyo objetivo es aumentar la motivación
y el “engagement” de las personas de la empresa.
Lo que más me fascina de este sistema no es que
permita una comunicación multidireccional o gestionar la inteligencia colectiva,
sino que sirve para medir el desempeño de manera objetiva, democrática y ¡divertida!!!
Paconica está diseñado con algunos de los
principales elementos de juego: badges que asignan unas personas a otras,
ranking, dinero virtual que se puede
intercambiar por cursos, equipos informáticos, etc.
Teniendo en cuenta que se trata de hacer tangible
el salario emocional en el que desgraciadamente muchas organizaciones aún no
quieren ni oír hablar sobre él, me parece absolutamente revolucionario.
Os dejo unos vídeos para que podáis comprobar por vosotros
mismos que es posible una gestión de personas humana, innovadora y que confiere
al trabajador un rol activo en el desarrollo de la propia organización.
¡Todo un ejemplo a seguir!
"El trabajo consiste en lo que un organismo está obligado a hacer; el juego consiste en lo que un organismo no está obligado a hacer."Mark Twain