Desde hace
algunos meses estoy acostumbrándome a releer libros que leí cuando era una
adolescente o demasiado joven para entenderlos bien.
El último que he
tenido el placer de terminar ha sido la gran novela de Milan Kundera: La
insoportable levedad del ser.
“La realidad es más que un sueño, mucho más que un sueño”.
Son muy
numerosas las citas interesantes que se pueden destacar en este libro. La
mayoría provocan una reflexión sobre diferentes aspectos de la vida, como el
concepto de levedad en un sentido
peyorativo.
De ahí el título de mi último post del año. Me empieza a resultar cada vez más insoportable la levedad con la que se
cuestiona el área de RRHH, así como a las personas que conforman una
empresa.
Se está restando importancia a la gestión de personas y se empiezan
a tomar con ligereza las decisiones que afectan al capital humano que supuestamente tanto importa a cualquier
CEO y empresa que se precie.
En el siglo XIX, la
Revolución Industrial supuso la mecanización de tareas y las condiciones de
trabajo se volvieron pobres, amenazando constantemente la vida del empleado, lo
que comenzó a generar insatisfacción en la mano de obra.
Empezaron a aparecer los
sindicatos para intentar mejorar estas condiciones laborales. Viendo las
empresas el peligro que esto podía suponer, crearon los primeros Departamentos de Bienestar, antecesores
del Departamento de Personal y posterior
Dirección de RRHH.
Los Departamentos del Bienestar intentaban solucionar los problemas de vivienda,
sanidad, educación, etc. de los trabajadores. No con una finalidad humana o por
lo que hoy conocemos como responsabilidad social, sino para obtener la máxima
producción con el menor coste posible. Era la época del modelo de Taylor que basaba
su teoría en las siguientes ideas:
-
Los
trabajadores aplican la ley de mínimo esfuerzo
-
No
necesitan pensar
-
No
es beneficioso que trabajen en grupo
-
La
única motivación es la retribución económica
-
Los
empleados intentan tener la menor iniciativa posible
Teniendo
en su génesis aquellos precarios Departamentos
de Bienestar, tras la década de los 90 la gestión de personas empezó por
fin a evolucionar para identificar la
dimensión humana como valor de diferenciación y éxito de una organización.
Se
tomó conciencia de la importancia de tener objetivos tanto de carácter económico
como social en el mundo empresarial.
Los
RRHH lentamente fueron considerándose un valor estratégico en las
organizaciones. Se inició la inversión en atracción y
retención de talento, en desarrollo de personas, en conciliación, en
responsabilidad social interna, en igualdad y diversidad, en salario emocional,
en compromiso, etc. Pero de repente…
llegó la archiconocida crisis económica mundial y arrasó con muchas direcciones
de RRHH que se estaban construyendo con esta filosofía como un tsunami.
Hemos
necesitado años para darnos cuenta de que no sólo es imprescindible tener en
cuenta las necesidades fisiológicas del trabajador, sino también las necesidades
psicosociales y cuando por fin empezábamos a avanzar y cuando más necesario se
ha vuelto atender la dimensión psicosocial del profesional…
Muchas empresas
utilizan la difícil situación económica actual para impulsar el camino de la
involución.
¿Pero
alguien como yo, que se define como una mujer optimista y vitalista y que da
siempre los buenos días desde Twitter con el hashtag #empiezoeldíaconunasonrisa va a terminar
el año con un post con mensaje triste?
¡Por supuesto que no!
Para
luchar contra este camino de involución hacia el que algunos se empeñan en empujarnos,
para resistirnos a perder la dimensión humana del profesional que aporta valor
a las organizaciones y para poder seguir evolucionando hacia una mejor gestión
de personas, el pasado 14 de diciembre nació la iniciativa de #EnRHed.
Los
profesionales que nos dedicamos a trabajar por y para las personas ni hemos
tirado la toalla, ni nos hemos dado por vencidos. Seguimos aquí, creciendo en
número y haciéndonos cada vez más fuertes para luchar contra la insoportable levedad de los RRHH que
algunos se esfuerzan inútilmente en transmitir.
Como
diría un buen amigo mío: el año que viene más y mejor.
¡Felices
fiestas!
“Las preguntas verdaderamente serias son aquéllas que
pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son
verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Una pregunta que
no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse. Dicho de otro modo:
precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las
posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia
del hombre.”
La insoportable
levedad del ser, Milan Kundera