La presunción de profesionalidad


No soy abogada ni experta en la materia, pero siempre me ha gustado el derecho de la presunción de inocencia recogido en el artículo 24 de la Constitución Española.
La presunción de inocencia es un principio jurídico que establece la inocencia de la persona hasta que se demuestre su culpabilidad mediante un proceso judicial.
De un modo similar, me gusta creer en la presunción de profesionalidad de las personas hasta que se pruebe lo contrario.

Palacio de la Justicia de Roma, foto de Óscar Marín
 
Nunca me han gustado frases o refranes del estilo: “Piensa mal y acertarás”, “No esperes nada de nadie, es preferible estar sorprendido a estar decepcionado”, “Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición”, etc.
 
Confío en las personas hasta que me convenzan de que no son dignas de mi confianza, porque creo que el ser humano no es malo por naturaleza y porque los prejuicios restan oportunidades a las personas. Como decía Victor Hugo:
"Amigos míos, retened esto: no hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores."

¿Qué ocurre cuando en el entorno laboral alguien no actúa como esperamos ética y/o profesionalmente? En mi caso sufro una gran decepción, pero procuro recuperarme rápidamente para ser capaz de “neutralizar” a esa persona y que el impacto en mi trabajo, en la organización y en el equipo sea lo menos nocivo posible.
En el entorno laboral mi gestión de expectativas es alta, lo admito, espero profesionalidad por parte de cualquier persona con la que tenga que trabajar o colaborar.
¿Me he llevado decepciones por esta gestión de expectativas?
 Sí, claro, muchas.
 
¿He experimentado trabajar con alguien que carece por completo de profesionalidad?
Sí y he sentido la frustración que produce tal estado. 

A pesar de todo, ¿merece la pena seguir creyendo en la presunción de profesionalidad?
¡Sin duda alguna!
 
Algunos me podrán tildar  de confiada en exceso o inocente, pero ¿cuándo fue negativo tener  fe en las personas?
A medida que vamos cumpliendo años vamos perdiendo esa fantástica inocencia que caracteriza a los niños, que les hace ser espontáneos y en ocasiones hasta decir algo inoportuno en un determinado contexto.
Las experiencias vividas, en especial las que nos han hecho sentir mal, van despojándonos de la ingenuidad de la infancia y hasta cierto punto este aprendizaje es positivo, porque nos vuelve precavidos y porque esas vivencias nos ayudan a desenvolvernos mejor en circunstancias parecidas.
No obstante, ¿es necesario volverse desconfiado para triunfar profesionalmente? Muchos expertos responderían que sí, mi respuesta es un rotundo NO.
Es importante distinguir entre confianza e ingenuidad.
 
No veo muchas posibilidades de éxito en una relación donde falle la confianza, aunque esta relación sea de carácter laboral.

 ¿Siguen siendo los “profesionales tiburones” los que llegan a puestos directivos?
Desde hace años van perdiendo posiciones a medida que evoluciona la sociedad y las personas que conforman la empresa empiezan a ser intolerantes ante determinadas conductas y comportamientos.
 
¿Tienen los jefes tóxicos los días contados? Creo firmemente que sí, aunque aún falte tiempo para que sean una especie en extinción, pero llegará el día, como les llegó a los dinosaurios y eran más grandes y fuertes.
Los momentos que estamos viviendo obligan a las empresas a transformarse, porque son organizaciones sociales y por lo tanto son las personas quienes las sustentan y generan el valor del negocio  
 
 
Un profesional es un ser humano en su dimensión más general y completa: con su experiencia vital, su carácter, su compromiso, su talento, sus relaciones familiares, su estado de ánimo, etc.
Un profesional es una PERSONA, no es un autómata que se limita a ser productivo dejando sus emociones en la puerta de la oficina, a pesar de que a muchos CEOs y directivos les gustaría que funcionara así, especialmente a aquellos que cuando oyen hablar de inteligencia emocional en la empresa les recorre un escalofrío por el cuerpo. 
La dirección por valores, las empresas con alma, la responsabilidad social no son conceptos nuevos ni mucho menos pero… ¿qué está pasando?
¿No tenéis a veces la sensación que esos equipos directivos y CEOs que deberían estar en peligro de extinción han vuelto a recuperar terreno?
¿Soy solo yo o vosotros también sentís que la crisis está empezando a servir como excusa a algunos para ser más relajados con la ética y la moral en el entorno laboral?
 
No ha transcurrido mucho tiempo desde que una cita desde el departamento de personal generaba tensión y miedo. Pero hoy, quienes trabajamos en Recursos Humanos, es decir para las personas y por las personas, debemos desprendernos del concepto de RECURSOS y acentuar la parte de HUMANOS.
Para algunos directivos todo vale, en especial, actuar con falta de ética personal y profesional por dinero, por intereses propios y olvidando por completo el valor de las personas.
 
Hay compañías que aparentan esforzarse en parecer inhumanas: despidos agresivos, eliminación de presupuestos para formación y desarrollo del talento, mayor discriminación de género y discapacidad, abusos de horarios y cargas de trabajo, etc.
Todo esto sucede en una coyuntura donde los profesionales necesitan confianza, empatía, comunicación abierta, respeto y apoyo para poder hacer que las empresas y los proyectos salgan adelante.
 
 
Tengo el apoyo de grandes amigos y compañeros de profesión que pensamos seguir luchando con calma, con perseverancia y con entusiasmo para que los directivos tóxicos tengan los días contados, para que la presunción de profesionalidad no sea un ejercicio de inocencia y para que los buenos profesionales sean personas valoradas por su aportación a la empresa y en su dimensión humana.
No todo vale en la vida y en las empresas tampoco.
No sé vosotros, pero yo ME QUEDO CON LAS PERSONAS.
 

¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?
                                                                                                               George Eliot
 
*Este post es la reflexión del artículo que escribí para Zyncro.
 


12 comentarios:

  1. Al hilo de lo que comentas, y comparto Sonia, me han venido a la mente dos citas:

    "Piensa bien y si te equivocas, el error no es tuyo", Jorge L. Borges

    "Cuando hago el bien me siento bien, cuando hago el mal me siento mal. Esa es mi religión", Abraham Lincoln

    Gracias por la reflexión; sobre todo, por lo que supone de confianza en las personas y sus capacidades, frente a la visión que podemos ver habitualmente en muchas empresas.

    Un cordial saludo!

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    1. Las citas son geniales, ¡me encantan! Muchas gracias por el comentario.

      Un abrazo.

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  2. ¡Qué razón tienes! Lástima que me llegó ya madurito la "patada en el culo" de mi último jefe tóxico. A mi edad, ya he perdido la fe en trabajar por cuenta ajena para jefes "humanos". En los 15 o 20 años que me quedan de vida laboral ya no tendré más jefe que mí mismo, o mejor dicho: mis clientes. Así que más me vale ser comprensivo conmigo mismo, porque al fin y al cabo soy quien mejor me conozco, y confío en mi propia profesionalidad.

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    1. Querido Luis,

      Sigo pensando que hay buenos líderes, directivos y profesionales. Sólo tenemos que seguir trabajando para cambiar el mundo de la empresa y humanizarla, porque una empresa son sus PERSONAS.

      Creo en la presunción de profesionalidad y no voy a tolerar que los empleados y directivos tóxicos me hagan perder mi fe en las personas. Sé que tú tampoco.

      Un beso.

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  3. "Para algunos directivos todo vale, en especial, actuar con falta de ética personal y profesional por dinero, por intereses propios y olvidando por completo el valor de las personas."

    He citado esta parte del texto Sonia, porque es cierto y alarmante, esa forma de actuar, yo lo llamaría, "negligencia profesional", un ejemplo, el Madrid Arena, desde aquí hago un llamamiento, por favor no caigamos en la negligencia profesional, a corto plazo es un fracaso y tenemos una responsabilidad en nuestros puestos de trabajo.

    Gracias por seguir creyendo en las personas.

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    1. Gracias a ti por tener la capacidad de reconocer que aunque exista la negligencia profesional, también sigues creyendo en las personas.

      Un abrazo. :-)

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  4. Hola Sonia,

    Qué de razón leo en estas líneas. Creo necesaria la existencia de presunción de profesionalidad en las empresas, sin ella, todos nosotros estaríamos condenados a una inevitable "inyección venenosa" denominada "prejuicios" que nos daría paso a una rápida sensación de malestar general, donde las sensaciones de desconfianza, egoísmo y falta de sentido común pasarían a convertirse en nuestras mejores aliadas y compañeros en el día tras día en el trabajo. ¿El resultado de todo esto? una pérdida en la orientación en nuestro camino en la consecución de nuestros objetivos, así como la creación de un camino de obstáculos y barreras en el alcance de los objetivos de nuestros compañeros, vamos.... un auténtico desastre.

    Siempre he creído y seguiré creyendo, que los verdaderos profesionales son los que llegan lejos, alcanzando un objetivo tras otro, disfrutando no sólo de lo que consiguen, sino además de lo realizado para conseguirlo. Llenar el saco de uno mismo de logros sin apenas haberse dado cuenta de lo recorrido para conseguirlo, eso sólo sabe hacerlo un profesional.

    Porque ser un buen líder o directivo no sólo se basa en la nomenclatura que recibe la etiqueta, ser un buen líder implica mucho más que eso, implica además,ser BUENA PERSONA.

    Un abrazo

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    1. Gracias Beatriz,

      Me ha encantado tu comentario pero sobre todo tu frase: "ser un buen líder o directivo no sólo se basa en la nomenclatura que recibe la etiqueta, ser un buen líder implica mucho más que eso, implica además,ser BUENA PERSONA".

      Tienes toda la razón, será por eso que eres una gran profesional además de una bella persona :-)

      Un beso.

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  5. Excelente artículo, Sonia.

    Yo también creo en la profesionalidad de las personas por defecto. También es cierto que tenemos mucho trabajo por delante para que la inteligencia emocional se conciba por parte de empresarios y directivos como lo que es, una herramienta potentísima para el bienestar de las personas, que además contribuye a una mejora importante de los resultados económicos y sociales. Para los más materialistas, la mejora de los resultados debería bastar para pasar de ser un incompetente inconsciente (en cuanto a gestión emocional se refiere) a ser un incompetente consciente. Solo así podrá empezar a mejorar las cosas en su organización. Al menos, esa es mi opinión.

    Muchas gracias por enriquecernos emocionalmente con tus artículos, Sonia.

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  6. Muchas gracias por enriquecer tanto el post como el blog con este comentario.

    Me quedo con esta frase, ¡me parece genial!!!: "Para los más materialistas, la mejora de los resultados debería bastar para pasar de ser un incompetente inconsciente a ser un incompetente consciente".

    Me alegra muchísimo que a raíz del post haya habido muchos comentarios apoyando la confianza en las personas y en la presunción de profesionalidad, a pesar de todas las experiencias que hemos vivido y seguimos viviendo.

    Seguro que conseguimos cambiar las empresas entre todos los que pensamos que otra forma de gestión es posible y rentable!!!! Y no, no estamos locos... :-)

    Un abrazo,
    Sonia

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  7. Me encantaría estar de acuerdo, pero desgraciadamente creo que hay profesionales a los que no les mueve el rigor ni la preocupación por la calidad de su trabajo. Y no siempre por falta de capacidad o conocimientos, a veces por no estar dispuestos a esforzarse o considerar que no se deben a sus clientes y/o a sus empresas. Aún pensando eso, bien por la presunción de profesionalidad, como bien dices, hay que apoyar esa actitud. Saludos

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  8. Hola Oliva,

    Muchas gracias por leer el blog y por tu comentario.

    Creo que en en el fondo estamos más de acuerdo de lo que piensas. Es cierto que hay personas (no les llamaría profesionales porque ese adjetivo les queda demasiado grande) que carecen de honestidad, seriedad, actitud, etc. De hecho he trabajado con gente así porque suelen estar presentes en cada empresa, aunque afortundamente son minoría.
    Pero a pesar de que existen estos trabajadores tóxicos, vagos, incompetentes o como quieras llamarlos, sigo creyendo en la presunción de profesionalidad y tengo fe en las personas con las que trabajo hasta que me demuestren fehacientemente que no merecen mi confianza.
    Los prejuicios son negativos y en el trabajo también.

    Un abrazo,
    Sonia

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