El puente de cristal

Cuando el techo de cristal se convierte en un puente


Hace unas semanas fue noticia que la comisaria Viviane Reding propondrá una norma para imponer una cuota femenina del 40% en los consejos de administración de grandes empresas europeas. Poco después hemos conocido que la propuesta ha sido rechazada por un tercio de los estados miembro de la Unión Europea, en concreto son nueve los países que se oponen a cualquier medida legalmente vinculante para equilibrar el peso de hombres y mujeres en los puestos de decisión, lo que podría obligar al Ejecutivo comunitario a revisar la propuesta.

No sé si la medida llegará a aprobarse y si funcionará, porque España tiene una cuota del 11,5 % de mujeres en los consejos de administración, por debajo de la media europea, a pesar de que es uno de los pocos países que ha legislado sobre la materia. 
La obligación de las cuotas siempre ha sido polémica, prueba de ello es que cuenta con muchos detractores, y no sólo de género masculino. No obstante, si no se regulase el aumento de la representación femenina en puestos directivos, no se podrían eliminar las prácticas discriminatorias que históricamente han excluido a las mujeres del mercado laboral y en especial, de puestos de responsabilidad.

¿Cuál es mi opinión al respecto? La respuesta puedo darla contando algunas experiencias que he vivido desde que empecé a trabajar hace once años:
  • Procesos de selección en los que como consultora, un cliente me advertía que no quería ver ni una candidata finalista, aunque tuviera el mejor cv de todas las personas que aspiraban al puesto. ¡Sólo hombres!
  • Algún proceso de selección de discriminación positiva, donde el perfil profesional era mucho más exigente que el de un hombre en la misma posición.
  • Mi salario ha sido menor que el de un compañero con las mismas funciones y responsabilidades que las mías. 
  • He sufrido un trato inapropiado o irrespetuoso en el terreno profesional por mi género.
  • He tenido que aclarar en una entrevista de trabajo si estaba embarazada, tenía hijos o planes de aumentar la familia. ¿Habéis pensado cuántas veces se le pregunta esto a un candidato? ¿O si es relevante que su mujer esté embarazada en el momento de la entrevista?
Esta semana tuve el placer de ser convocada a una mesa de trabajo para intercambiar experiencias en torno al proyecto PRODIRECTIVAS. Este proyecto tiene entre sus objetivos la elaboración de una guía de buenas prácticas como herramienta para conseguir una mayor incorporación de las mujeres a los consejos de administración en países europeos.
Asistieron mujeres muy interesantes desde el punto de vista personal y profesional y como conclusión de todas las reflexiones que se pusieron encima de la mesa destaco las siguientes:
  1. La afirmación de las Secretarias de la Mujer en Andalucía de CCOO y UGT sobre cómo la crisis ha hecho involucionar el camino logrado para la presencia  y el estatus laboral de la mujer. Prueba de ello es el aumento de los casos de “mobbing maternal” y los despidos de mujeres embarazadas.
  2. Hay leyes cuyo cumplimiento es más laxo que otras, como ocurre con la Ley de Igualdad y la LISMI.
  3. Los esfuerzos que se hagan en el terreno profesional deben ir acompañados con otros paralelos en el sistema educativo y en la cultura social.
  4. Los estudios realizados sobre productividad ponen de manifiesto el éxito de las empresas que saben gestionar la diversidad de cualquier tipo, género, raza, edad, etc.
Creo que la obligación de las cuotas es una iniciativa que no será perfecta, pero que resulta necesaria para luchar contra el desequilibrio entre hombres y mujeres en las cúpulas directivas. Sin embargo me pregunto... 

¿Hasta qué punto son efectivas si el problema empieza en casa? 
¿La sociedad y el contexto cultural apoyan el alcance y la aceptación de estas cuotas?

Hace más de tres años tuve una reunión con una compañera de trabajo para ofrecerle promocionar a un puesto de mando intermedio. Esta compañera me dijo que le encantaría pero que no podía aceptarlo porque el tiempo de presencia que se le exigiría en ese puesto, sería muy superior al que tenía y no podría conciliar su vida personal con el trabajo. Le di la razón, porque en aquel momento no era raro que nos convocaran a una reunión después de las ocho y media de la tarde.
Afortunadamente, esa misma compañera tiene en la actualidad la categoría profesional que entonces tuvo que rechazar, gracias a que la política de la organización cambió de la única manera que puede producirse un cambio tan radical, con la incorporación de un máximo responsable que cree en una manera más humana de gestionar personas.
Cuando el CEO cree en la igualdad, se adoptan medidas que realmente apoyan la carrera profesional de las mujeres y se empieza a trabajar en algo clave para poder conseguirlo, el fomento de la cultura de corresponsabilidad.

En nuestro caso el camino no ha sido fácil y todo el avance que hemos logrado en materia de conciliación e igualdad ha estado respaldado por el cambio en la más alta dirección e impulsado por el equipo de RRHH, no sólo porque creemos en ello como parte de nuestro trabajo, sino también porque somos un equipo con un gran número de mujeres.

A título personal, puedo decir que mis padres y mi marido son los que siempre me han ayudado y animado en mi crecimiento como persona y como profesional. Mis padres educándome con una filosofía de vida sencilla: “puedes conseguir lo que quieras en esta vida, sólo tienes que luchar y trabajar duro para lograrlo”. En el caso de mi pareja, dándome alas para volar donde quiera llegar con un apoyo incondicional, sin inseguridades ni reproches de ningún tipo.
Estoy segura de que si cuando teníamos en la empresa esos horarios demenciales hubiera tenido también en casa el techo de cristal, no sería la misma persona que soy ahora, ni habría podido sobrellevar los malos momentos vividos por no poder estar el tiempo que necesitaba disfrutar de mi familia.

No es infrecuente encontrar mujeres que esconden su talento por no hacer sombra a sus maridos, por cuidar a sus hijos o por evitar conflictos de toda clase.
Me sorprendió una conversación que tuve hace poco con una mujer en la que me contaba que había dejado su carrera para cuidar a sus hijos porque se lo había pedido su marido, les era más rentable que pagar la guardería y la ayuda en las tareas domésticas. Lo curioso es que era ella la que trataba de convencerme de que había sido idea de su marido, pero decisión suya. A pesar de sus esfuerzos o quizás precisamente por esos esfuerzos, el discurso me sonaba poco coherente y pensé: ¡qué pena perder a una buena profesional!

Cuando el techo de cristal empieza en el hogar donde la niña es educada, continúa en su casa cuando forma una familia y llega hasta el trabajo, se convierte en un puente de cristal casi imposible de romper.

Soy madre de dos niños y tengo la responsabilidad de educarles para que sean corresponsables y sepan respetar y valorar a las personas por quienes son, sin importar raza, religión, discapacidad, edad, género o cultura.

Soy directora de RRHH  y tengo la responsabilidad de velar para que haya un trato justo en la organización y en su gestión, independientemente del género.

Pero sobre todo soy mujer y tengo una gran responsabilidad, continuar trabajando con la ayuda de todos los hombres y mujeres para evolucionar a una sociedad en la que legislar las cuotas femeninas en los consejos de administración carezca de sentido.


“La democracia lleva el nombre más bello que existe: Igualdad.”             
                                                                                         
                                                                                                                Heródoto

 

8 comentarios:

  1. ENHORABUENA Sonia, por este post. Porque es valiente, coherente, con sentido común. Sin duda esa CORRESPONSABILIDAD tiene mucho que ver con la educación en la familia, en la escuela...Y con el RESPETO por la persona.
    Gracias por tu responsabilidad. Sin duda, en el ámbito de la empresa es fundamental contar con personas como tu, para seguir adelante en esta tarea por conseguir la Igualdad. Un abrazo.Julia

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    1. Gracias Julia, todo un honor recibir estos comentarios de una gran bloguera a la que admiro, excelente profesional y orgullosa mamá :-)

      Un beso.

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  2. Bajo mi punto de vista, la mujer empezo a tener un poco mas de relevancia profesional en Inglaterra a principios de los anyos, coincidiendo con la Primera Guerra Mundial. Al partir todos los varones a la guerra, las mujeres se quedaron al mando, y fueron ocupando los puestos que historicamente habian sido de los hombres. Cuiando termino la guerra en el 18, y despues de una gran lucha de las mujeres que empezaban en la politica a pedir la igualdad, se hizo un referendum para pedir el voto femenino, y se gano, aunque con condiciones. Las mujeres tenian que ser mayores de 30 anyos, y tener una familia a su cargo. Aunque en un principio pareciese que la mentalidad inglesa de los hombres habia cambiado, y por eso el referendum fue positivo, no fue tan asi. En realidad el partido laboralista-liberal, era el que habia perdido mas votantes debido a la guerra, y la mayoria de los muertos pertenecian a la infanteria, que a su vez esta formada por la clase obrera. Aprovechando la coyuntura, se penso que estas mujeres viudas apoyarian al partido liberal (en contra de la guerra desde el principio) y no al conservador, con lo que se ganarian muchos votos.

    Esto que se inicio en Reino Unido, se fue contangiando al resto de Europa progresivamente. Aunque mucho mas lentamente de lo que se podria pensar. Por ejemplo es increible que las mujeres no tuvieron derecho a voto en Suiza hasta 1975...

    Personalmente no soy muy partidario de leyes que te impongan un determinado porcentaje para las razas, generos o religiones... Por ejemplo un profesor de la universidda fue a USA al departamento de espanyol, y se quedo alucinado, cuando vio a un profesor negro en ese departamento que no hablaba ni papa de castellano. Simplemente estaba para cubrir el porcentaje de gente de color en cada departamento...

    Lo que si es cierto es que hasta que la mentalidad no esté suficientemente evolucionada, estas leyes ayudan a integrar. Pero todo tiene su contrapartida.

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    1. Muchas gracias Carlos, por comentar en el blog y especialmente por dejar en él una indagacion histórica de por qué las cosas son como son.

      Un abrazo fuerte.

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  3. Sonia,

    En mi opinión como tú dices este problema cultural requiere de más apoyos externos para conseguir mejores logros. Es muy importante el apoyo social y del sistema formativo.

    Menos mal que vamos avanzando.
    Gracias por tu reflexión. Un abrazo,
    Lelia

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    1. Gracias Lelia. Lo importante es que sigamos recorriendo camino y trabajando para que toda la sociedad sea consciente de que el tema de la desigualdad por razón de género no es algo obsoleto, sino que desafortunadamente sigue siendo muy actual.

      Un abrazo.

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  4. Hola Sonia,
    Me ha gustado tu post. No creo en la imposición de cuotas gubernamentales. Cada individuo debe definir sus propias cuotas, en la vida cotidiana. La mayor responsabilidad de ese proceso radica en aquellos que no nacimos en un entorno de "igualdad" pero sin embargo hacemos una interpretación correcta del "nuevo" orden social...
    El relevo generacional en las organizaciones tiene que dar paso mayoritariamente a CEO's, y lideres que ejerzan un liderazgo igualitario en su entorno cotidiano...solo de esa manera será trasladado al entorno organizativo.
    Nuestros hijos, al menos los míos, como los tuyos vivirán de forma natural, no forzada la IGUALDAD, esa es mi responsabilidad como padre, como hombre, como Director de RRHH, pero sobretodo, como persona.
    Gracias por escribir con tanto sentido común!
    Andrés

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  5. Muchas gracias Andrés, me ha encantado leer las responsabilidades de las que hablas, porque alcanzar una verdadera cultura igualitaria depende del compromiso de muchas personas, hombres y mujeres.
    Hacen falta muchos Directores de RRHH como tú para que las empresas generen un entorno no discriminatorio para la mujer.

    Un abrazo.

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