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MAJARETAS S.A.


Hay empresas que mienten, son despiadadas, narcisistas, ególatras, carecen de ética, sufren ataques de paranoia, en definitiva, son: MAJARETAS S.A.

¿Quién no ha sentido alguna vez que la empresa para la que trabaja ha perdido la cordura? No me refiero a algún directivo o algún compañero en particular, sino a la organización entera.
Desde que empecé a trabajar he conocido numerosas compañías, sobre todo en mi época de consultora y en más de una ocasión he pensado: ¡aquí se ha perdido la cabeza!
 
Recientemente he leído “Trabajando en una casa de locos” un divertido libro escrito por el orientador laboral alemán Martin Wehrle.

En el post de hoy traigo algunas reflexiones tras la lectura de estas disparatadas historias del día a día en una empresa cualquiera.

Toda organización tiene un lado bueno, un lado malo y un lado oscuro. El lado oscuro es un gran tabú, el lado malo es sobre el que se habla en la máquina del café o en la fiesta de Navidad, pero el lado bueno… ¡Ah, el lado bueno!!! Este es el único en el que se pone el esfuerzo para dejar ver fuera y comunicarlo a todo el mundo, mientras los otros dos lados son estratégicamente escondidos bajo la alfombra.

Si después de leer el post temes que tu empresa pueda carecer de buen juicio: ¡cuidado!!! La locura es más contagiosa de que lo que pueda parecer a simple vista.

La mayoría de los profesionales siente la relación con su organización como un vínculo emocional: amor, odio, compromiso, divorcio… pero nunca indiferencia. Quizá sea un buen momento para que reflexiones sobre qué vínculo emocional tienes con tu actual empresa.

Los nuevos trabajadores que se incorporan a MAJARETAS S.A. entran enamorados del proyecto, de la compañía, de las posibilidades que tiene su futuro profesional, en general sienten un gran amor por todas las bondades que se les ha vendido durante el proceso de selección, pero transcurrido un tiempo la demencia acaba llamando a su puerta y cuando ésta entra expulsa el amor que había.
 
“Cuando se colabora con un loco o se comentan sus manías, se cae en la locura.”
                                                                                              Antonio Gala

¿Cómo saber si estamos trabajando en una organización que está algo trastornada? Aquí tienes algunas de las características más comunes de MAJARETAS S.A.:

 
1.      Hipocresía: es una organización incoherente, desconoce qué significa predicar con el ejemplo y suele ser frecuente que haga lo contrario de lo que dice en sus mensajes corporativos. Tiene una doble moral, se apoya en una buena visión externa pero en cuanto se profundiza un poco se derrumba la fachada.

 
2.     Megalomanía y egocentrismo: la empresa en sí misma es lo más importante, por encima del mercado, de los clientes y por supuesto de su personal. Las ansias de notoriedad son mayores  que las de la excelencia interna y el compromiso del capital humano brilla por su destierro.
 

 
3.      Ausencia de profesionalidad: no se delega sino que se controla de manera enfermiza. Se endosan marrones o se dan taconazos al más puro estilo futbolístico a los problemas importantes, ¡que le caiga a otro, para eso tengo a tanta gente debajo en el organigrama! Abundan los incompetentes (sobre todo en puestos directivos) porque los buenos profesionales desertaron antes de caer presas del enloquecimiento organizativo.  

 
4.      Ausencia de confianza: se desconfía de todo y de todos, los controles se multiplican a medida que crece la organización. Lo más “sensato” es que todo pase por varios filtros. Cualquiera puede convertirse en un traidor, hay que sospechar de todo y de todos.

 
5.     No existe una gestión de personas: ¿empleados? ¿Quiénes son esos? ¡Ah! Un gran gasto a la que empresa está obligada cada mes. En MAJARETAS S.A. no resulta extraño que se haga llorar a los trabajadores, se les grite, se les avasalle, se les ningunee o se les utilice como chivo expiatorio.

 
6.    El talento se caracteriza por su ausencia: en este contexto demente el talento se comprime hasta volverse ínfimo o incluso desaparecer. Los expertos, los mejores, cuando se dan cuenta del lugar en el que han ingresado huyen de la locura lo más rápido posible. Los que se quedan atrapados han aprendido que para sobrevivir es mejor adaptarse a la demencia corporativa y por supuesto no sugerir cambios, mejoras ni hacer críticas, ¿la mejor opción? No abrir la boca.

 
7.      Pésima gestión económica: se recorta el gasto en tonterías o la inversión en aspectos importantes, con decisiones tomadas muy a la ligera. Se malgasta el dinero en cosas insustanciales, no se evalúa la repercusión económica que las medidas tendrán en el funcionamiento de la compañía. Puede estudiarse lo que ahorra la empresa, tal vez lo que gasta, pero nunca lo que pierde en aspectos tan relevantes como el talento, la reputación, los clientes, etc.

 
8.      No hay una estrategia bien definida y diseñada: ¿dónde está el foco? Allí, arriba, moviéndose tanto y hacia tantas direcciones que parece una bola de espejo de discoteca. Hay muchos documentos bonitos, redactados con palabras muy rimbombantes pero no son más que un trampantojo. Las personas que trabajan en MAJARETA S.A. con toda probabilidad desconocen lo que hace el departamento de al lado y nadie les ha comunicado cuál es la estrategia de la compañía y los objetivos reales que deben alcanzar.

 
9.    Elevada rotación de personal: las empresas majaretas tienen muy arraigada la cultura de la presencia por lo que cada año numerosas personas acaban huyendo en cuanto encuentran la salida hacia una organización donde los perros de presa del control y el horario se sustituyan por un mínimo grado de confianza.

 
10.   Alto índice de absentismo: pasar muchas horas al día en un ambiente laboral tóxico acaba afectando a tu salud física y especialmente psíquica. Abundan el estrés y los cuadros ansioso-depresivos en el mejor de los casos, pudiendo agravarse mucho más.

 
11.   Pasión/obsesión por las costumbres y la rutina: ¡vade retro, innovación!!! “De toda la vida aquí las cosas siempre se han hecho así”. ¿Te suena esta expresión? Es una frase lapidaria de todas las MAJARETAS S.A. No se cambia nada que vaya mal, por supuesto ni hablamos de lo que va bien…

 
¿Puede un directivo que ha perdido la cabeza esperar tener un equipo cuerdo, comprometido y motivado?
La respuesta es obvia, ¿no crees?

 

 

Si intentamos analizar una de estas compañías chifladas podríamos acabar preguntándonos, ¿nadie avisa a los directivos de que sus empresas están perdiendo el juicio?
Si fuera tan fácil… ¿Habéis intentado alguna vez convencer a una persona de algo sobre lo que se negaba a escuchar y conversar? Pues es exactamente lo mismo.

La imagen que tienen los directivos de MAJARETAS S.A. está absolutamente distorsionada hasta tal punto que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero curiosamente “su realidad” sí es exacta a la percepción que ellos desean tener.

Los empleados tienen que sobrevivir en la organización, para lo que acaban aprendiendo que la “realidad” debe ser maquillada y disfrazada para que el jefe chiflado vea sólo lo que quiere ver, ni más, ni menos.

Estos jefes sin cordura no quieren conocer los problemas, sólo necesitan escuchar que todo está bajo control. Las verdades incómodas quedan prohibidas.

El jefe no tiene que acoplarse a la realidad, sino la realidad es la que debe adaptarse al jefe majareta.

No podemos olvidar que en la empresa en la que reina un loco, hay muchas personas tolerando esa locura y lo que es peor, contagiándose de ella.

La demencia empresarial se acaba extendiendo a la vida privada de los trabajadores, por lo que si no quieres quedar tú también tocado, la única opción que existe es buscar una nueva organización, pero es necesario que te prepares para tu salida. Has de trabajar en tu desarrollo interior, es posible que incluso tengas que reconectarte con sentimientos y valores que has arrinconado, algo así como hacer una “limpieza de Karma mental”.

Conócete a ti mismo para averiguar en qué tipo de organización serás más feliz trabajando y cuál puede ser una empresa que te haga perder el juicio a ti también. Porque una compañía de 400 personas cuenta con 400 percepciones distintas sobre la misma, cada trabajador tiene una imagen propia de su empresa, desde el prisma de sus valores personales y profesionales.

Construye una mejor relación con tus compañeros y jefes hasta que puedas marcharte, empieza la búsqueda de empleo activa hacia una organización sana y sobre todo, evita acabar en otra MAJARETA S.A. por huir con excesiva prisa.

La empresa que elijas para salir de la locura debe encajar contigo, debe hacerte sentir bien, de lo contrario estarás entrando en un camino sin retorno que te llevará al desastre laboral y posiblemente también personal.

 
Afortunadamente, las MAJARETAS S.A. en estado puro son casos muy  excepcionales, aunque sí hay muchas empresas que rozan el límite de la cordura, ¡ten cuidado!

 
“Los locos siempre están seguros de que están bien. Sólo las personas sanas están dispuestas a admitir que están locas.”

Nora Ephron
 




¿Qué tipo de jefe tóxico conoces?


 

Hace unos meses, mientras impartía una sesión conjunta para los alumnos del Máster de RRHH y del MBA de la Universidad Pablo de Olavide, un chico me preguntó cuál era la diferencia entre un jefe y un líder.
 
Le respondí que lo ideal es que todo jefe jerárquico sea también un líder, pero que desafortunadamente no es así con demasiada frecuencia.
El título de líder hay que ganárselo y no precisamente a golpe de organigrama.
El líder dirige gracias a su influencia, guía a su equipo y consigue desarrollar la potencialidad de cada miembro, su talento natural. Busca generar preguntas, conversar y valora la policromía profesional.
 
Por el contrario, el jefe ordena e impone a sus empleados y lo que espera de ellos es disciplina y obediencia.
 
El líder se apoya en la inteligencia emocional para dirigir personas, genera un clima de confianza y colaboración y consigue que sus colaboradores le sigan de manera voluntaria.
 
Es muy difícil dirigir personas y todos los que somos responsables de un equipo cometemos multitud de errores que debemos analizar constantemente y buscar vías de mejora. No existe el líder perfecto, porque el líder es un ser humano.
El jefe en el sentido más peyorativo es alguien que no conoce lo que es la autocrítica ni le interesa.
 
 
 

En el post de hoy, con cariño, con respeto y con un cierto tono de humor describo algunas de las tipologías de jefes tóxicos, que en mayor o menor medida todos habremos sufrido a lo largo de nuestra vida profesional.
 
Aquí tenéis algunos de los más conocidos:
 
Jefe veleta: aquel que cambia de decisión según cambie el aire, dependiendo del contexto, de la persona o del tema en cuestión. Es casi imposible que piense lo mismo si le preguntas varias veces por un tema y lo peor de todo, no recuerda lo que dijo ni lo que pensaba con tanta seguridad.
Jefe paternalista: trata a sus empleados como hijos, su misión en esta vida es arreglar los problemas de su “familia laboral”, cuidarla y protegerla. Incluso su lenguaje no verbal y su vocabulario reflejan esta actitud protectora con su equipo. Suele ser muy querido pero no ayuda a desarrollar la autonomía, proactividad y desarrollo profesional de las personas que cobija.
 


Jefe ventilador: tiene una habilidad especial e innata para dispersar las responsabilidades, los problemas y especialmente los malos resultados a todos quienes le rodean. Es especialista en encontrar un chivo expiatorio cada vez que mete la pata.
Si hay que colgarse una medalla pulsa el botón de off momentáneamente. Eso se lo ha ganado a pulso.
 
Jefe vividor: vive como un parásito del trabajo de los demás. Su jornada laboral consiste en asistir a reuniones fundamentalmente y hacer que parezca que está trabajando.
Rara vez redacta un informe, escribe un correo, llama a alguien por sí mismo…
Ha hecho de la delegación su filosofía de vida, hasta el punto de desvirtuar el concepto.
 
 
Jefe Peter Pan: vive en un mundo de fantasía. Es posible que en los pasillos de la empresa se esté librando una verdadera batalla campal, que entre las personas que trabajan en su equipo no se dirijan la palabra ni para darse los buenos días y que la tristeza y la desmotivación reinen en la organización, no obstante, si le preguntas cómo van las cosas te responderá que genial. La gente está feliz, motivada y comprometida y el ambiente es inmejorable, ¿no lo ves?
Jefe colega: es el que está obsesionado con caer bien a todos sus empleados, huye de los malos rollos como de la peste y es incapaz de hacer una crítica a algún miembro de su equipo. Le encanta establecer rutinas como tomar una cervecita los viernes o traer churros a la oficina para invitar a todos a desayunar.
Si le pides que haga una evaluación del desempeño de su equipo lo sufrirá como una enfermedad y al final intentará poner a todos la misma puntuación o asignar el mismo variable. ¿Cómo va a disgustar a alguien si se lleva bien con todos?
 
Jefe conciliador: no soporta los conflictos, los sufre como algo propio. Muy relacionada este tipo de jefe con el anterior, el colega.
Absolutamente incapaz de negarle a sus colaboradores lo que le pidan, “que lo hagan en RRHH si eso…”
Lo peor que le puede pasar en su jornada laboral es que surja un conflicto o alguien tenga una actitud agresiva con él o delante de él.
No habla mal de nadie, sólo quiere vivir y trabajar en paz y armonía.
 
 
Jefe Dr. Jekyll y Mr. Hyde: el que más despista a sus colaboradores. Cuando esperan temerosos a que llegue por las mañanas se preguntan: ¿Quién vendrá hoy a trabajar? ¿Dr. Jekyll o Mr. Hyde?Puede pasar de ser el jefe más encantador del mundo, preocupado por la vida personal de sus empleados, saberse hasta la fecha de cumpleaños de todos y los nombres de sus hijos, a ser al minuto siguiente, una persona perversa que deja a las víctimas que va encontrando por el camino noqueadas por el impacto del cambio y el miedo a cómo hablarle la próxima vez.
 
 
Jefe Rambo: un experto en la lucha de guerrillas, un hombre que está entrenado para ignorar el dolor, las condiciones climatológicas y vivir de lo que da la tierra.
Cree que su misión en la empresa es ganar una guerra y está dispuesto a dejarse la piel en ello. Suele ser además un lobo solitario, engaña porque su ropa de camuflaje es el traje y la corbata.
 “Vivir por nada, o morir por algo. Decidid”
 
Jefe pasota: no se altera nunca, ningún problema es lo suficientemente grande para no poder relativizarlo. Podría mimetizarse perfectamente en una cultura rastafari.
No pasa nada si se llega tarde a una reunión o simplemente no se asiste sin avisar. La fecha límite es un invento de algunos, no hay prisa.
Es perfectamente compatible trabajando con cualquier otro tipo de jefe, porque simplemente nada le importa excepto cobrar a fin de mes.
“Vive y deja vivir” es su lema.
 
Jefe de clausura: no suele abandonar su despacho. Incluso es difícil verle entrar y salir del edificio, no se sabe si por una timidez patológica, por una filosofía de vida o porque en su zona de confort es donde únicamente puede trabajar bien.
La mayoría de las reuniones las mantiene en su despacho, nunca sale a ver a otro colaborador o compañero y si no le queda más remedio que dejar su refugio, se le ve incómodo y deseando volver a su encierro.
Tampoco destaca por ser un gran conversador o un animal social.
 
Jefe tío Gilito: no le importa el clima, la productividad de su personal, la satisfacción del cliente, etc. Sólo le preocupa una cosa en la empresa: el dinero.
Le preocupa tanto el dinero que no ve cómo esa obsesión perjudica en gran medida la cuenta de resultados.
“Conozco de memoria los números de serie de todos y cada uno de los dólares que he ganado en mi vida"
 
Jefe emperador romano: si no estuviera mal visto pondría una estatua suya en la entrada de la empresa y pagaría a sus empleados con dinero que tuviera impreso su bello rostro.
Rezuma arrogancia por donde va y es la persona más feliz de haberse conocido a sí mismo de todo el planeta.
Estar tan endiosado le hace perder contacto con la realidad, pero no importa porque… ¡aporta tanto valor a la empresa!!!!!
 
Jefe celebrity: podría intercambiar perfectamente su papel con cualquier celebrity de las revistas de moda y del corazón. Lo que más le gusta en el mundo es acudir a un sarao, y por supuesto sus principales preocupaciones es que su nombre se lea bien en el cartel que le ponen delante, en el pie de foto y en la nota de prensa.
Es primordial que salga en todas las fotos del evento y que el ángulo desde el que dispara la cámara sea el que pilla su lado bueno.
Viste en función de su agenda social, tiene un fondo de armario para cada tipo de ocasión.
¿El trabajo con su equipo? ¡Ah, sí! Eso también lo hace, cuando regresa a la oficina después de tomar la copa de vino español.
 
Jefe ciclotímico: desconcierta a sus empleados del mismo modo que el jefe Dr. Jekyll o Mr. Hyde, sólo que con la diferencia de que no oscila entre ser un bonachón o un ser perverso, sino entre el ser más feliz de la Tierra o el más desgraciado y negativo de la historia de  la organización.
Contagia por igual su optimismo que su estado depresivo, lo que acaba afectando a su equipo de manera muy perjudicial
 
Por no hacer el post interminable dejo otros muchos tipos de jefe para otro día: el histriónico, el orgulloso, el paranoico, el celoso, etc.


¿Se te ocurre alguno más que no haya nombrado? Seguro que sí.
 
"Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera."
Albert Einstein
 


Astenia anti-profesional


¡Por fin es primavera!!!

No lo digo sólo porque estemos en el mes de abril, sino porque finalmente el sol y el calorcito han decidido acompañar a la estación del año que nos  trae color y alegría tras una época algo tristona, caracterizada por el mal tiempo.
La primavera también nos trae a los alérgicos ciertos problemas de salud, el cambio de hora hace que madrugar para ir al trabajo sea un reto constante a la fuerza de voluntad durante la primera semana y lo peor de todo, la primavera arrastra consigo la temida astenia primaveral.
Así me siento yo, tal como define la RAE el concepto de astenia:
“Falta o decaimiento de fuerzas caracterizado por apatía, fatiga física o ausencia de iniciativa.”

Pero en mi caso no se trata de astenia primaveral, sino de astenia anti-profesional.
Estoy agotada, exhausta por tratar con demasiada frecuencia con “gente chufla” en el entorno laboral. Parece que con tanta lluvia se han multiplicado como las setas y dicho con una expresión más refinada, los “vendedores de humo”, las personas que se caracterizan por su falta de rigor, profesionalidad, seriedad e incluso en ocasiones de ética, están ganando terreno, o al menos eso me parece a mí porque como ya he dicho, estoy cansadísima de estos “profesionales”.
 


 
Desde este blog trato con frecuencia el tema de los directivos tóxicos, os adelanto que hoy no será una excepción.

Según dice mi madre, quien os aseguro que es la persona que mejor me conoce, siempre he tenido la inquietud por descubrir cosas nuevas y preguntar (a veces en exceso) para conocer todo aquello que despertaba mi curiosidad.
He de reconocer que a mis recién estrenados 37 años esta característica se ha afianzado aún más en mi forma de ser.
Me mueve la curiosidad, las ganas por explorar en cada ocasión y contexto y buscar el aprendizaje de cualquier experiencia cotidiana.

Imagino que por deformación profesional, me gusta analizar cómo funciona la gestión de personas en todos los sectores, cómo son las relaciones entre los distintos profesionales y procuro prestar toda mi atención a cada mínimo detalle.

Hace unos meses, mi encantadora colega Rocío López Berrocal, Responsable de Selección y Formación en Cobre las Cruces, y algunos de sus compañeros, nos enseñaron a los miembros del Foro de Empresas EFR de Andalucía, con una dedicación y cariño impresionante, el trabajo que se hace en la mina, así como la política de gestión de personas que tienen implantada en la empresa. Fue una visita muy interesante y la recomiendo a cualquiera que tenga la oportunidad de hacerla. Os dejo una foto de la corta de la mina.
 
En este caso, esta organización dedicada a la minería tiene una estrategia de RRHH donde se pone en valor la dimensión humana del trabajador y por su política de conciliación está certificada como Empresa Familiarmente Responsable.
Supongo que después de conocer con detalle el gran trabajo que realizan en materia de RRHH y responsabilidad social en empresas como Cobre las Cruces, cuando acudo a otro sector para seguir indagando e investigando sobre cómo se dirige e interactúa con las personas, en especial en organizaciones o sectores que se les presupone la innovación como principal valor, sufro unas decepciones enormes.
Esta acumulación de desencantos es lo que ha generado mi astenia anti-profesional.

Hace unas semanas pude escuchar la ponencia de una mujer emprendedora en el mundo del diseño y la moda, una empresaria con una marca de moda de reconocido prestigio a nivel nacional.
Tuve la oportunidad de hablar con ella tras su ponencia y le hice unas cuantas preguntas sobre su manera de trabajar con colaboradores y su experiencia profesional en el ámbito de la gestión de equipos.
Me cuesta mucho repetir las duras expresiones que utilizó para responder mis preguntas, pero sobre todo me cuesta transmitir la filosofía de pensamiento que las sustentaba.
Como ejemplo puedo compartir la siguiente frase que reproduzco textualmente:
 
“¿Sabes por qué se utiliza el término empleados? Porque tienes que emplear a dos personas para que trabaje una
 
 
Para todos aquellos quienes como yo siguen teniendo fe en las personas, sobran los comentarios al respecto, ¿verdad?

¿Y en el caso de las empresas tecnológicas donde el profesional sigue siendo un recurso más, pero humano en este caso?
Cada vez estoy más convencida de que no es cuestión del sector, del tamaño de la organización, etc. Es el liderazgo, la cultura corporativa y el comportamiento directivo el que hace que una organización triunfe.
Sólo es posible conseguir el éxito empresarial poniendo el énfasis en el valor de las personas.
 
Se acabó el “súper jefe”, el que todo lo sabe, el que cuando habla todo el mundo debe callar y obedecer. El que no admite que se cuestione una decisión, el que no quiere oír comentarios ni sugerencias de mejora porque... ¿quién va a saber más que él?
El prototipo de jefe que cree que una crítica jamás podrá ser constructiva y que la información reservada y compartimentada es la mejor comunicación interna que existe.


Es la era del líder que desde la sombra alienta a sus colaboradores para que cada cual avance en la dirección que personalmente más le favorece.
Es el momento del directivo que sabe escuchar, que se beneficia de la inteligencia colectiva de su equipo y el que elimina la mordaza de los trabajadores, para en su lugar asegurar que cada profesional pueda ser escuchado y aportar ideas.

Puede resultar paradójico, pero mi astenia anti-profesional no me deja sin ganas de hacer nada, sino de seguir reivindicando que los profesionales son SERES HUMANOS, con necesidades, con diferencias, con peculiaridades y que merecen recibir confianza, para poder esforzarse, equivocarse, aprender, compartir y comprometerse.

Estoy cansada de “vendedores de humo”, de “personas chufla”, de incompetentes que no hay explicación lógica que justifique cómo llegaron a ser directivos y cobrar esos salarios…

Pero no pienso callarme y rendirme, sino que estoy decidida a seguir reivindicando que no hay excusas para perpetuar la falta de competencia, independientemente del puesto que ocupe la persona en cuestión.

Llegó la hora de decir “NO” a todos los trabajadores y directivos tóxicos, a la falta de profesionalidad y a quien no sabe valorar lo que significa tener un puesto de trabajo en la actualidad, por respeto a todos los desempleados que luchan por una oportunidad laboral y por dignidad a merecer el sueldo que cada mes reciben.

¿Te sumas a luchar conmigo contra la astenia anti-profesional?

 


 
"Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... del miedo al cambio"
                                                                                                                                                  Octavio Paz




Mi jefe no es un líder, ¿y el tuyo?

No sé si se deberá a lo que en psicología se llama estímulo saliente, pero tengo la sensación de que últimamente se publican muchos libros y se escriben numerosos artículos, blogs e incluso tweets sobre talento y liderazgo.

Con la cantidad de información e interés que se genera alrededor del tema, erróneamente creo que los directivos en las empresas tienen algunas nociones básicas sobre cómo ejercer un buen liderazgo y cuando descubro que en algunos casos hay una absoluta ignorancia y desinterés al respecto, no puedo evitar sentirme decepcionada y preguntarme en qué realidad viven.

En ocasiones habréis presenciado situaciones tan singulares como una reunión de un equipo de trabajo donde mientras el jefe del equipo está comunicando algo, los demás están respondiendo su correo electrónico, revisando un documento o simplemente parecen distraídos. De repente interviene un miembro del grupo e inmediatamente todo el mundo deja lo que estaba haciendo para fijar su atención en él y un completo silencio se impone en la sala.
¿Qué ha ocurrido? El jefe de este equipo no se corresponde con el líder natural del grupo y es probable que ni siquiera sea un líder formal.

¿Qué pasa cuando el líder formal no se merece el título de líder? Es sólo un jefe… lo que supone un grave problema para la organización.

¿Se puede distinguir a un jefe de un líder? Es muy fácil, algunas claves para hacerlo:

• Cuando el líder habla la gente le escucha con atención. El jefe no consigue la misma reacción cuando comunica, no tiene un impacto tan alto.

• El líder dirige gracias a su influencia, hace de guía de un equipo. El jefe sólo ordena e impone.

• Al líder se le sigue, al jefe se le obedece.

• Un líder invierte en el crecimiento personal y profesional de las personas que le siguen. El jefe no se preocupa por el desarrollo de sus colaboradores.

• El líder conoce su entorno, se esfuerza por entenderlo. El jefe no está sensibilizado con el contexto en el que está ni se esfuerza por comprender lo que le rodea.

• El líder comparte su conocimiento y aprende del grupo. El jefe cree estar en posesión de la verdad.



El grado de talento se corresponde con la capacidad de liderazgo, por este motivo cuando el jefe no es un líder, no puede dirigir.
Si la verdadera medida del liderazgo es la influencia, algunos directivos no saldrían muy bien parados….

Los jefes no pueden atraer el mejor talento, desarrollarlo y retenerlo.

Sólo los buenos líderes se apoyan en la inteligencia emocional para dirigir personas y esto les permite generar un clima de confianza y colaboración necesario para que exista un compromiso y lealtad con la organización.
La excelencia se consigue cuando las personas están realmente involucradas en el proyecto y para eso la empresa debe contar con líderes no con jefes.

Las organizaciones deben adaptarse a sus trabajadores, no al revés.

Una empresa es un grupo de personas no una relación de puestos de trabajo, por tanto ya no tiene sentido un modelo de gestión basado en la uniformidad, es necesario aprender a gestionar desde la diversidad.

Las empresas empiezan a centrar sus esfuerzos por diferenciarse en un mercado cada vez más competitivo, por ser innovadoras y rentables, para alcanzar estos objetivos es imprescindible contar con buenos directivos y mandos intermedios.

La nueva era de colaboración que ha aparecido gracias a las redes sociales exige un cambio en el perfil del líder. Las personas que trabajan en una empresa demandan ahora un líder que se preocupe por ellas y les ayude a desarrollarse.

El papel del jefe ya no es suficiente.



“No es la posición lo que hace al líder; es el líder quien hace la posición”.
       
                                                                                                                        Stanley Huffty


Comparto en mi blog este post que escribí para colaborar con el equipo de Talentous, a quienes agradezco mucho que me hayan permitido hacerlo.