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La insoportable levedad de los RRHH...


Desde hace algunos meses estoy acostumbrándome a releer libros que leí cuando era una adolescente o demasiado joven para entenderlos bien.
El último que he tenido el placer de terminar ha sido la gran novela de Milan Kundera: La insoportable levedad del ser.
 

“La realidad es más que un sueño, mucho más que un sueño”.

Son muy numerosas las citas interesantes que se pueden destacar en este libro. La mayoría provocan una reflexión sobre diferentes aspectos de la vida, como el concepto de levedad en un sentido peyorativo.
De ahí el título de mi último post del año. Me empieza a resultar cada vez más insoportable la levedad con la que se cuestiona el área de RRHH, así como a las personas que conforman una empresa.

Se está restando importancia a la gestión de personas y se empiezan a tomar con ligereza las decisiones que afectan al capital humano que supuestamente tanto importa a cualquier CEO y empresa que se precie.

 
En el siglo XIX, la Revolución Industrial supuso la mecanización de tareas y las condiciones de trabajo se volvieron pobres, amenazando constantemente la vida del empleado, lo que comenzó a generar insatisfacción en la mano de obra.
Empezaron a aparecer los sindicatos para intentar mejorar estas condiciones laborales. Viendo las empresas el peligro que esto podía suponer, crearon los primeros Departamentos de Bienestar, antecesores del Departamento de Personal y posterior Dirección de RRHH.

Los Departamentos del Bienestar intentaban solucionar los problemas de vivienda, sanidad, educación, etc. de los trabajadores. No con una finalidad humana o por lo que hoy conocemos como responsabilidad social, sino para obtener la máxima producción con el menor coste posible. Era la época del modelo de Taylor que basaba su teoría en  las siguientes ideas:

-          Los trabajadores aplican la ley de mínimo esfuerzo

-          No necesitan pensar

-          No es beneficioso que trabajen en grupo

-          La única motivación es la retribución económica

-          Los empleados intentan tener la menor iniciativa posible

 
Teniendo en su génesis aquellos precarios Departamentos de Bienestar, tras la década de los 90 la gestión de personas empezó por fin a evolucionar para identificar la dimensión humana como valor de diferenciación y éxito de una organización.
Se tomó conciencia de la importancia de tener objetivos tanto de carácter económico como social en el mundo empresarial.

Los RRHH lentamente fueron considerándose un valor estratégico en las organizaciones. Se inició la inversión en atracción y retención de talento, en desarrollo de personas, en conciliación, en responsabilidad social interna, en igualdad y diversidad, en salario emocional, en compromiso, etc. Pero de  repente… llegó la archiconocida crisis económica mundial y arrasó con muchas direcciones de RRHH que se estaban construyendo con esta filosofía como un tsunami.

Hemos necesitado años para darnos cuenta de que no sólo es imprescindible tener en cuenta las necesidades fisiológicas del trabajador, sino también las necesidades psicosociales y cuando por fin empezábamos a avanzar y cuando más necesario se ha vuelto atender la dimensión psicosocial del profesional…

 
Muchas empresas utilizan la difícil situación económica actual para impulsar el camino de la involución.

 
¿Pero alguien como yo, que se define como una mujer optimista y vitalista y que da siempre los buenos días desde Twitter  con el hashtag #empiezoeldíaconunasonrisa va a terminar el año con un post con mensaje triste?

 
¡Por supuesto que no!

 
Para luchar contra este camino de involución hacia el que algunos se empeñan en empujarnos, para resistirnos a perder la dimensión humana del profesional que aporta valor a las organizaciones y para poder seguir evolucionando hacia una mejor gestión de personas, el pasado 14 de diciembre nació la iniciativa de #EnRHed.
 
Porque seguiremos trabajando no sólo en 2013, sino durante todo el tiempo que haga falta y porque somos muchos quienes no estamos dispuestos a dar un solo paso atrás, desde aquí os dejo un mensaje de esperanza y optimismo.

 

Los profesionales que nos dedicamos a trabajar por y para las personas ni hemos tirado la toalla, ni nos hemos dado por vencidos. Seguimos aquí, creciendo en número y haciéndonos cada vez más fuertes para luchar contra la insoportable levedad de los RRHH que algunos se esfuerzan inútilmente en transmitir.

 

Como diría un buen amigo mío: el año que viene más y mejor.

¡Felices fiestas!

 

“Las preguntas verdaderamente serias son aquéllas que pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Una pregunta que no tiene respuesta es una barrera que no puede atravesarse. Dicho de otro modo: precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre.”


La insoportable levedad del ser, Milan Kundera
 
 

 

La presunción de profesionalidad


No soy abogada ni experta en la materia, pero siempre me ha gustado el derecho de la presunción de inocencia recogido en el artículo 24 de la Constitución Española.
La presunción de inocencia es un principio jurídico que establece la inocencia de la persona hasta que se demuestre su culpabilidad mediante un proceso judicial.
De un modo similar, me gusta creer en la presunción de profesionalidad de las personas hasta que se pruebe lo contrario.

Palacio de la Justicia de Roma, foto de Óscar Marín
 
Nunca me han gustado frases o refranes del estilo: “Piensa mal y acertarás”, “No esperes nada de nadie, es preferible estar sorprendido a estar decepcionado”, “Debemos desconfiar unos de otros. Es nuestra única defensa contra la traición”, etc.
 
Confío en las personas hasta que me convenzan de que no son dignas de mi confianza, porque creo que el ser humano no es malo por naturaleza y porque los prejuicios restan oportunidades a las personas. Como decía Victor Hugo:
"Amigos míos, retened esto: no hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores."

¿Qué ocurre cuando en el entorno laboral alguien no actúa como esperamos ética y/o profesionalmente? En mi caso sufro una gran decepción, pero procuro recuperarme rápidamente para ser capaz de “neutralizar” a esa persona y que el impacto en mi trabajo, en la organización y en el equipo sea lo menos nocivo posible.
En el entorno laboral mi gestión de expectativas es alta, lo admito, espero profesionalidad por parte de cualquier persona con la que tenga que trabajar o colaborar.
¿Me he llevado decepciones por esta gestión de expectativas?
 Sí, claro, muchas.
 
¿He experimentado trabajar con alguien que carece por completo de profesionalidad?
Sí y he sentido la frustración que produce tal estado. 

A pesar de todo, ¿merece la pena seguir creyendo en la presunción de profesionalidad?
¡Sin duda alguna!
 
Algunos me podrán tildar  de confiada en exceso o inocente, pero ¿cuándo fue negativo tener  fe en las personas?
A medida que vamos cumpliendo años vamos perdiendo esa fantástica inocencia que caracteriza a los niños, que les hace ser espontáneos y en ocasiones hasta decir algo inoportuno en un determinado contexto.
Las experiencias vividas, en especial las que nos han hecho sentir mal, van despojándonos de la ingenuidad de la infancia y hasta cierto punto este aprendizaje es positivo, porque nos vuelve precavidos y porque esas vivencias nos ayudan a desenvolvernos mejor en circunstancias parecidas.
No obstante, ¿es necesario volverse desconfiado para triunfar profesionalmente? Muchos expertos responderían que sí, mi respuesta es un rotundo NO.
Es importante distinguir entre confianza e ingenuidad.
 
No veo muchas posibilidades de éxito en una relación donde falle la confianza, aunque esta relación sea de carácter laboral.

 ¿Siguen siendo los “profesionales tiburones” los que llegan a puestos directivos?
Desde hace años van perdiendo posiciones a medida que evoluciona la sociedad y las personas que conforman la empresa empiezan a ser intolerantes ante determinadas conductas y comportamientos.
 
¿Tienen los jefes tóxicos los días contados? Creo firmemente que sí, aunque aún falte tiempo para que sean una especie en extinción, pero llegará el día, como les llegó a los dinosaurios y eran más grandes y fuertes.
Los momentos que estamos viviendo obligan a las empresas a transformarse, porque son organizaciones sociales y por lo tanto son las personas quienes las sustentan y generan el valor del negocio  
 
 
Un profesional es un ser humano en su dimensión más general y completa: con su experiencia vital, su carácter, su compromiso, su talento, sus relaciones familiares, su estado de ánimo, etc.
Un profesional es una PERSONA, no es un autómata que se limita a ser productivo dejando sus emociones en la puerta de la oficina, a pesar de que a muchos CEOs y directivos les gustaría que funcionara así, especialmente a aquellos que cuando oyen hablar de inteligencia emocional en la empresa les recorre un escalofrío por el cuerpo. 
La dirección por valores, las empresas con alma, la responsabilidad social no son conceptos nuevos ni mucho menos pero… ¿qué está pasando?
¿No tenéis a veces la sensación que esos equipos directivos y CEOs que deberían estar en peligro de extinción han vuelto a recuperar terreno?
¿Soy solo yo o vosotros también sentís que la crisis está empezando a servir como excusa a algunos para ser más relajados con la ética y la moral en el entorno laboral?
 
No ha transcurrido mucho tiempo desde que una cita desde el departamento de personal generaba tensión y miedo. Pero hoy, quienes trabajamos en Recursos Humanos, es decir para las personas y por las personas, debemos desprendernos del concepto de RECURSOS y acentuar la parte de HUMANOS.
Para algunos directivos todo vale, en especial, actuar con falta de ética personal y profesional por dinero, por intereses propios y olvidando por completo el valor de las personas.
 
Hay compañías que aparentan esforzarse en parecer inhumanas: despidos agresivos, eliminación de presupuestos para formación y desarrollo del talento, mayor discriminación de género y discapacidad, abusos de horarios y cargas de trabajo, etc.
Todo esto sucede en una coyuntura donde los profesionales necesitan confianza, empatía, comunicación abierta, respeto y apoyo para poder hacer que las empresas y los proyectos salgan adelante.
 
 
Tengo el apoyo de grandes amigos y compañeros de profesión que pensamos seguir luchando con calma, con perseverancia y con entusiasmo para que los directivos tóxicos tengan los días contados, para que la presunción de profesionalidad no sea un ejercicio de inocencia y para que los buenos profesionales sean personas valoradas por su aportación a la empresa y en su dimensión humana.
No todo vale en la vida y en las empresas tampoco.
No sé vosotros, pero yo ME QUEDO CON LAS PERSONAS.
 

¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?
                                                                                                               George Eliot
 
*Este post es la reflexión del artículo que escribí para Zyncro.
 


Cultura 2.0



Este jueves 17 y viernes 18 de mayo se ha celebrado en Sevilla #e20biz, un Congreso Nacional de Empresa 2.0 y Social Business. 

He tenido la gran suerte de poder participar como ponente al lado de excelentes profesionales y poder desvirtualizar a mucha gente de mi TL de Twitter, un lujazo.
Era difícil elegir entre todas las ponencias tan interesantes, así que destaco las intervenciones que tuve la oportunidad de escuchar y disfrutar:

@genisroca: geniales sus aportaciones sobre cómo convertir los productos en servicios para poder monetizarlos.

@lluisfont: un profesional magnífico y entusiasta. Me encanta la herramienta que ha desarrollado Zyncro como red social corporativa, pero también la filosofía que rodea al proyecto y el equipo de trabajo. 

La mesa redonda de @jmbolivar y @JeroenSangers sobre productividad. Por fin se habla de horarios, empresa 2.0 y cultura empresarial. 

@mranera: me gustaron sus recomendaciones para el trabajo previo a implantar una red social corporativa, como por ejemplo el diseño previo de un plan de comunicación interna.

@mariapimaymo: absolutamente impresionante el caso práctico que presentó sobre Gestión del Conocimiento interno en entornos de social media.

@evacolladoduran: su ponencia, como toda ella, reflejo de pasión, entusiasmo y energía. Nos dejó conocer la gestión interna 2.0 de @Venca_es  y los pasos que están dando para generar una nueva cultura más colaborativa.

@elsua: impactante y admirable el trabajo que ha desarrollado para eliminar el uso del correo electrónico en la organización y las consecuencias que ha tenido. Habló claro y convenció sobre la necesidad de buscar una verdadera colaboración interna y mejorar la productividad.

@EAyuso2_0: nos hizo reflexionar sobre la necesidad de transformar el modo de innovar en las empresas y trabajar con el conocimiento externo e interno para hacer fluir ambos de manera bidireccional.

@laurarosillo: muy potente la intervención de Laura sobre madurescencia y cómo reinventarnos profesionalmente apoyándonos en las habilidades digitales.

@Nagodelos y @jordigraells: inspirador escuchar dos iniciativas tan innovadoras sobre Open Government en el País Vasco y Cataluña.



 Os dejo un resumen de mi ponencia en @e20biz:



EMPRESA 2.0: 

¿eres o pareces?

Conocer en profundidad y trabajar una estrategia de social media requiere inversión: inversión de tiempo, de esfuerzo, de neuronas… Pero el retorno que tiene esa inversión es tan elevado, que siempre merece la pena: información permanentemente actualizada, aprendizaje y reciclaje profesional constante, networking, enormes posibilidades para trabajar y difundir la marca personal y nuestro employer branding, relación personal con los clientes, excelentes fuentes de reclutamiento y selección, extraordinarias posibilidades para marketing y publicidad, etc.


Las redes sociales y los valores que promueven están forzando un cambio necesario desde hace tiempo el mundo del trabajo y la gestión de personas.
Para ser una empresa 2.0 lo importante no es la tecnología o el uso que se haga de ella, sino que la cultura organizativa se corresponda con una filosofía 2.0.

Casi siempre se define la cultura 2.0 como una consecuencia del desarrollo de Internet y las redes sociales, pero hay empresas 2.0 que no cuentan con esta tecnología. 

Es posible encontrar analfabetos digitales con actitudes 2.0

Transformarse en una empresa 2.0 exige cambiar el modelo de gestión, los valores y el estilo de liderazgo de la organización, para lo que es imprescindible que todos los niveles estén implicados, en especial la alta dirección y los mandos intermedios.
La cultura 2.0 no se trata de un cambio de tecnología, sino de un cambio de mentalidad, de relación, de gestión y de modo de trabajar. Es necesario evolucionar del control a la gestión.

Cuanto más tradicional sea la organización, mayor será el esfuerzo y el tiempo necesario para transformar su cultura en una 2.0. 

Antes de establecer una estrategia interna para convertirnos en una empresa 2.0 debemos reflexionar sobre varios aspectos para poder enfocar la estrategia y el momento de inicio:

- ¿Cuál es el grado de madurez de la organización?
- ¿En qué momento está la empresa?
- ¿Cuál es el clima actual?
- ¿Cómo es el estilo de liderazgo?
- ¿Cuál es la cultura organizativa actual?

Debemos valorar si el momento es adecuado para implantar una estrategia interna 2.0 o si es preferible esperar un poco, por ejemplo si se está negociando un ERE.
Las herramientas son buenas, pero es imprescindible determinar el grado de madurez de la organización antes de saltar al 2.0.
No tiene sentido implantar una red social interna si no va acompañada de otras medidas para evolucionar hacia una cultura organizativa más innovadora. La tecnología es sólo una herramienta, el buen uso, el mal uso o el desuso depende del contexto organizativo que exista.

Es costoso implantar una gestión 2.0 de personas en tiempo y esfuerzo, pero no olvidemos que mantenerla  y revisarla para mejorarla también lo es. 

No hace falta desterrar el traje de chaqueta y la corbata para ser una empresa 2.0. No es necesario tener un modelo copiado de Sillicon Valley, ni ser una empresa tecnológica o una multinacional. Cada empresa tiene una idiosincrasia propia pero puede aplicar los valores de una cultura 2.0 para ser competitiva y sostenible en el tiempo.

¿Cuáles son las bases sobre las que se sustenta una cultura 2.0?

  • Confianza: si no somos capaces de generar un clima de confianza no es posible pedir colaboración a los profesionales de la empresa, nadie se atreverá a participar. 
  • Colaboración: sólo si trabajamos en el bienestar de los trabajadores y generamos confianza podremos esperar una actitud colaborativa para compartir conocimiento y ser capaces de co-crear.
  • Compromiso: lo que da valor a una empresa  no es la cuenta de resultados ni la tecnología, sino las personas comprometidas con la organización y su trabajo.
  • Corresponsabilidad: es clave para que triunfe una red social corporativa ya que las personas deben estar comprometidas y conectadas con la empresa y con el proyecto en el que participan. Al democratizar la cultura se hace necesaria la implicación y la asunción de responsabilidades por parte de todos los trabajadores de la empresa.
  • Humildad: sin humildad no es posible reconocer que algún colaborador puede enseñarnos algo o aceptar sus ideas y por tanto, ninguna red social corporativa funcionará. Es necesaria una actitud humilde para escuchar las ideas de los demás y ponerlas en valor por encima de las nuestras. ¿Para qué queremos darle voz a un empleado si no estamos dispuestos a escucharle?
La gestión 2.0 de RRHH es mucho más que reclutar y seleccionar a través de las redes sociales, es implantar una cultura 2.0 y apoyarse en las nuevas tecnologías para ello. Da igual si trabajamos en una empresa pública o en una empresa privada, en una micro pyme, una pyme o una gran empresa, siempre es posible evolucionar a una cultura 2.0, pero debemos ser conscientes del gran esfuerzo que supone.


Gestionar personas con una cultura 2.0 implica  salir de la zona de confort y evolucionar los valores empresariales que han guiado nuestra gestión hasta ahora, ¿estamos dispuestos a ello?

“Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto; ningún grupo puede actuar en concierto si falta la confianza; ningún grupo puede actuar con confianza si no se halla ligado por opiniones comunes, afectos comunes, intereses comunes”.
Edmund Burke



El liderazgo actual


Oiga, perdone…
¿Usted sabe qué tipo de liderazgo se lleva ahora?


Hace un par de semanas, buscando un libro en casa me tropecé con Pasajes de la Historia de Juan Antonio Cebrián , un libro que no había leído a pesar de haberlo comprado yo para regalárselo a mi marido. Empecé a hojearlo de pie y al final me enganchó tanto la lectura que lo he terminado en unos pocos ratos que le he dedicado.

Me ha gustado mucho porque el autor consigue contar relatos históricos a través de la vida de personajes importantes de una manera tan directa y sencilla que la lectura parece que se haga sola. Pero también me ha resultado interesante porque me ha hecho pensar sobre el liderazgo y su existencia a lo largo de los siglos.

Más allá del eterno debate de si el líder nace o se hace o de por qué algunas personas tienen la capacidad de ejercer una gran influencia sobre otras, he estado reflexionando sobre la evolución de la figura del líder a lo largo de la historia de las civilizaciones. De la misma forma en que los cánones de belleza se han transformado con el paso de los siglos, también lo ha hecho la figura del líder.

Las necesidades más básicas como la supervivencia y la seguridad hicieron surgir los primeros líderes. En Esparta los ciudadanos se instruían en las artes militares desde los 7 años, fomentando la agresividad desde niño.  El rey Leónidas representa un líder basado en los valores del honor de un pueblo en la lucha. La capacidad de motivar a los espartanos para alcanzar la lealtad y la responsabilidad quedó sobradamente manifiesta en la famosa batalla de las Termópilas.

Otro brillante ejemplo de liderazgo surgido por la supervivencia y la seguridad es el imperio romano, considerado como uno de los más violentos de la historia. La fortaleza de este imperio se asentaba en el carácter del pueblo.
Julio César se convirtió en el mayor líder romano y fue pionero en trabajar su reputación para reforzar su liderazgo y la lealtad de sus legiones a través del envío continuo a Roma de las narraciones de sus grandes logros y victorias, obviando hablar de las derrotas.
Un hecho muy significativo de su influencia fue la campaña de las Galias, donde unos cincuenta mil legionarios romanos derrotaron a tres millones de guerreros.
Julio César se rodeó de ingenieros y de los mejores estrategas militares, lo que le afianzó como uno de los mejores líderes militares de todos los tiempos. La simple visión de este hombre en el campo de batalla cuando las fuerzas empezaban a flaquear tenía el poder de estimular a las tropas hasta el punto de hacerles olvidar la extenuación.

Los vikingos usaron el fanatismo de su peculiar religión para ejercer el liderazgo, lo que les hacía luchar hasta la locura sin dar por perdida una batalla. Los grupos de guerreros vikingos se ceñían a su líder y le seguían bajo cualquier circunstancia.

Atila el rey de los hunos, Temujin el emperador del pueblo mongol o Iván IV el Terrible fueron líderes que se apoyaron en el temor, la violencia y en muchas ocasiones en la crueldad y la maldad.
En el caso del primer zar de Rusia, rara vez se le veía al frente de las tropas en los momentos más delicados de la lucha, sino que huía o se escondía. Posiblemente los cimientos de estas formas de liderazgo hicieron que su influencia durase muy poco tras la desaparición de los mismos.

Mucho más reciente es el modelo taylorista de gestión empresarial que apareció en un contexto donde la mano de obra era de baja cualificación, lo que potenció un liderazgo de control absoluto sobre los trabajadores. El trabajo intelectual brillaba por su ausencia, los empleados sólo debían hacer su trabajo y no decidir u opinar sobre cómo hacerlo.

El crecimiento del comercio, el avance de la ciencia, la revolución industrial y el desarrollo de la tecnología han ido marcando nuevos estilos de liderazgo.
El liderazgo ha pasado por tener su raíz en la supervivencia, el miedo, la seguridad, la persuasión, el prestigio, el poder, la riqueza, la autoridad… El estilo de liderazgo difiere tanto de una época a otra como de una cultura a otra.

Pero… ¿y qué tipo de líder “se lleva” ahora?

En algún post anterior he comentado cómo el mundo empresarial ha sufrido una enorme transformación impulsada por la última tecnología, la aparición del social media, la concienciación e importancia que está adquiriendo la responsabilidad social, sobre todo en su dimensión interna, las nuevas generaciones que se han incorporado al trabajo, la evolución de los sistemas de comunicación interna, etc.
Las personas que trabajan en una empresa demandan ahora un líder humano y democrático, que se preocupe por ellas aunque estemos hablando de líderes formales, no naturales.

Lo que claramente no está de moda es un líder tóxico pero todavía hay demasiadas empresas que basan su liderazgo en el miedo (a la competencia, al mercado, al despido, ...), adhesiones incondicionales (conmigo o contra mi), capacidad técnica, poder político, etc. que son los ejemplos de líder que van apareciendo a lo largo de la obra de Juan Antonio Cebrián.

No podemos olvidar que el líder depende del grupo para poder ejercer su liderazgo y por este motivo debe atender y cuidar a los miembros de éste. Es obvio que el líder debe apoyarse en su cerebro, pero sin duda alguna también en el corazón. Las emociones forman parte de la empresa, es imposible pedirles a los trabajadores que dejen sus emociones en la puerta antes de empezar la jornada laboral.

Las empresas tienen alma y pueden ser emocionalmente inteligentes.
Durante un tiempo las emociones se asociaban con la debilidad. Las organizaciones debían tener una gestión racional y cerebral de las personas, de los equipos y de los recursos y en ningún caso emocional. Era impensable considerar la dimensión emocional de los trabajadores, ¿a quién le importaba eso? Sólo prevalecía la productividad y la cuenta de resultados.

Me encanta el sentido que Hugo Landolfi da al liderazgo, el servicio.
“Una de las características esenciales del líder es ponerse al servicio de sus liderados. Para ello ha de ser un experto conocedor de la naturaleza humana para saber efectivamente qué es lo que le ayuda a desarrollarse y qué se lo impide, cuáles son sus objetivos propios y la finalidad de sus vidas”.

Para Landolfi el líder es como un jardinero que se preocupa por podar todo aquello que impide el crecimiento en las personas.

El liderazgo actual debería apoyarse en la inteligencia emocional y en muchas de las competencias de un coach. Si el fin del coaching es ayudar a las personas a conseguir resultados extraordinarios en sus vidas, carreras profesionales y cualquier otro ámbito, tiene mucho sentido que sea el líder la figura que ayude a los miembros de su equipo a mejorar su desempeño.

Escuchar, facilitar el autodescubrimiento de los colaboradores, asegurar un entorno positivo de trabajo, establecer confianza y cercanía, fomentar la responsabilidad personal, motivar y estimular el desarrollo personal y profesional, proveer de oportunidades que potencien la autonomía y la creatividad.

Es obvio que las organizaciones que siguen creyendo que la cuenta de resultados es lo más importante, constituyen un escenario muy difícil para generar estos nuevos estilos de liderazgo. No obstante, estoy convencida de que las empresas que continúen aferrándose al pasado y a los modelos de gestión obsoletos tienen un futuro muy limitado.


"El liderazgo es hacer lo correcto por educar e inspirar, teniendo empatía con el ánimo, las necesidades, deseos, y aspiraciones de la humanidad."
                                                                                                                       Benazir Bhutto







Una nueva interpretación de la evaluación del desempeño


LA EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO HA MUERTO.
¡LARGA VIDA A LA EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO!



“El rey ha muerto, viva el rey” era una expresión que se usaba en Francia y en Inglaterra para señalar la permanencia de la monarquía a la muerte del rey y señalar a la vez la llegada de un sucesor. Es el título de este post porque la evaluación del desempeño en su concepción tradicional debe dar paso a una nueva evaluación del desempeño, más centrada en la gestión global de personas de una organización y completamente alineada con un nuevo modelo de negocio que la web 2.0 está liderando.

La mayoría de los autores sitúan los orígenes de la evaluación del desempeño en el ejército y en el modelo Taylorista del siglo XIX, implantándose como un proceso de RRHH en las empresas a principios del siglo XX en EEUU y en los años 80 en España.
No obstante, en el siglo XVI, San Ignacio de Loyola ya innovó introduciendo un procedimiento para valorar a los miembros de la orden que consistía en auto evaluaciones, informes de los supervisores acerca de las actividades de los jesuitas que estaban bajo su responsabilidad e informes enviados directamente al padre general de la sociedad, de cualquier miembro que acreditase tener información acerca de su propio desempeño o del de sus compañeros. Muy parecido a muchos sistemas actuales de evaluación del desempeño, ¿no?
Sin embargo, más sorprendente es aún saber en los años 221-265 D.C. los emperadores de la dinastía china Wei tenían un “valorador imperial”, cuya tarea consistía en valorar el rendimiento y comportamiento de los miembros de la corte. Sería interesante que las empresas contaran con un “valorador directivo” para evaluar el desempeño y comportamiento del CEO y de los miembros del comité de dirección...

Lo cierto es que después de tantos siglos de historia, la evaluación del desempeño es uno de los procesos de la Gestión de Recursos Humanos que más controversia suscita, sin embargo nadie duda acerca de la necesidad de contar con un sistema que mida los resultados del trabajo que se realiza en una organización.

La semana pasada tuve la suerte de impartir una sesión sobre este tema a los alumnos del Máster en Dirección Estratégica de RRHH en la Universidad Pablo de Olavide. Lo más complicado de esta sesión no fue explicar los pasos para diseñar un buen sistema de evaluación del desempeño, sino demostrar qué relación e impacto tiene el modelo que diseñemos con el resto de acciones que desarrollamos desde RRHH.

La mayoría de las ocasiones cuando hablamos sobre las distintas especialidades de RRHH lo hacemos como si fueran compartimentos estancos, sin embargo, es prácticamente imposible dividir hasta dónde alcanza en una organización la influencia de cada una de ellas.
Cuando trabajemos en el diseño o en la revisión del modelo de evaluación del desempeño más adecuado para nuestra organización, además de cuidar la gestión de expectativas y de decidir cuál es el más adecuado para nuestro clima, el compromiso de los directivos, tamaño de la empresa, etc. deberíamos tener en cuenta el impacto en las siguientes áreas:

-  Responsabilidad social interna: un modelo de gestión de RRHH sostenible se preocupa por las personas que trabajan en la empresa y de retribuir a las mismas de manera justa y adecuada. La evaluación del desempeño debe ayudarnos a ajustar la retribución a las necesidades específicas de los profesionales.

- Prevención de riesgos psicosociales: un buen modelo de evaluación del desempeño puede actuar como medida de prevención de riesgos psicosociales al garantizar salarios adecuados a las tareas y a la responsabilidad de cada puesto, fomentar la claridad y transparencia organizativa, facilitar toda la información necesaria para la realización de tareas, aumentar la productividad y las posibilidades de promoción profesional, motivar, reconocer y premiar a los mejores, establecer procesos y procedimientos para gestionar personas de manera democrática y justa y evaluar su trabajo con criterios objetivos y conocidos por todos.

- Conciliación de la vida personal y profesional: para pasar de una cultura de la presencia a una cultura de orientación a resultados es imprescindible contar con un buen modelo de evaluación que ponga el énfasis en la calidad del trabajo realizado, no en las horas que se pasan en la oficina. No habrá miedo a usar medidas de flexibilidad horaria en las empresas que cuenten con este sistema y además se podrán utilizar otras medidas de conciliación como el teletrabajo.

- Employer branding: ¿qué relación tiene un modelo de evaluación del desempeño con el employer branding? El mejor ejemplo de cómo puede afectar el modelo que diseñemos y el impacto del mismo en la reputación y en la imagen corporativa de nuestra empresa es el caso de Ryanair. Esta empresa paga primas a sus trabajadores por cada maleta rechazada. Esto explica la frustración y el enfado de muchos clientes que han estudiado previamente en casa las medidas de su equipaje de mano antes de ir al aeropuerto y finalmente se ven obligados a pagar un importe en ocasiones superior al precio del propio billete por facturar el equipaje.
La estrategia de employer branding debe ir dirigida también al aumento del compromiso de los empleados con la organización, al aumento de la productividad y a un descenso de la rotación de personal.

- Empleabilidad: la Dirección de RRHH aporta valor a la organización cuando ayuda a que las personas mejoren su desempeño actual y su productividad, para ello se debe asegurar que las personas que trabajan en la empresa mejoran su empleabilidad a través de itinerarios formativos, planes de carrera y de otras herramientas que fomenten la creatividad y el desarrollo de nuevas competencias y talento. Debemos contar con un sistema de evaluación que permita ver el equilibrio o disparidad de la empleabilidad que existe en la organización.

- Redes sociales: las redes sociales nos ofrecen enormes posibilidades para la Gestión de RRHH y también para la evaluación del desempeño.
Accenture desarrolló Performance Multiplier, un programa al estilo Facebook, en el cual, los empleados colocan actualizaciones de status, fotos y dos o tres objetivos a cumplir, que pueden ser vistos por sus compañeros.
Hermes Ruiz Rincón, director general de OleWow Solutions Inventors planteaba hace un tiempo la opción de contar con una plataforma tipo Facebook en la empresa, donde los trabajadores además de compartir información, también pudieran generar comentarios con un botón de "Me gusta".
Otro buen ejemplo es la iniciativa de la cadena de hoteles Sol Meliá, que anunció que iba a vincular hasta el 20% del salario de los directores de hotel a la opinión de los clientes en redes sociales, en especial las de Tripadvisor. Es interesante leer el artículo de Eugenio de Andrés (@rrhhypersonas) sobre la Evaluación social del desempeño.

Así, por más veces que haya “muerto”, vaciada de contenido y vuelta a llenar, la evaluación del desempeño sigue viva, actual y necesaria, pero hoy, más que nunca necesita ser de nuevo interpretada con los ojos de una gestión de RRHH moderna, global y necesariamente complementaria con otras disciplinas de la gestión de personas que tampoco van a morir, al menos, a corto plazo…



"El trabajo ayuda siempre, puesto que trabajar no es realizar lo que uno imaginaba, sino descubrir lo que uno tiene dentro."

                                                                                                  Boris Leonídovich Pasternak