Hablemos en serio… ¿jugamos?


Desde hace varios meses siento un gran interés hacia el mundo de la gamificación, en especial sobre su uso para mejorar  la gestión de personas. Esta curiosidad hizo que asistiera a un taller de gamificación en el pasado EBE y allí descubrí a un jovencísimo y brillante profesional que me cautivó tanto que quiero compartir con vosotros una entrevista para que podáis conocerle mejor.
 
 
A los que como yo ya no volveréis a cumplir los 35, no sé qué hacíais o habíais hecho a los 23 años “de provecho” como decían nuestros padres.
Tampoco puedo opinar sobre los lectores de este blog que rondáis los veintitantos, pero seguro que os sorprende tanto como a mí conocer la historia de Víctor.


Víctor Manrique es un zaragozano que acaba de estrenar 23 años. Está finalizando el último curso del doble grado de derecho y dirección de empresas, hasta ahí normal ¿verdad?

Pero si os digo que además es emprendedor, escribe un blog sobre gamificación, es profesor asociado de dos másteres de IEBS, Gamification Designer en la empresa Play Jugo y Coordinador General de Gamification Spain Meetups entre otras cosas, entonces ya sí que no se parece a un estudiante universitario al uso, ¿verdad?

Os recomiendo la lectura de este artículo suyo: Gamificación y educación: la revolución de aprender jugando. Merece la pena su lectura.

Su último proyecto es participar como formador en un MOOC (Massive Open Online Course) sobre Gamification Design en Iversity.

En el próximo post me centraré en escribir sobre la gamificación en el entorno empresarial, pero éste lo quiero dedicar en exclusiva a la entrevista con Víctor, porque tenemos muchas cosas que aprender de él. Es un ejemplo de empleabilidad a seguir, su energía, su optimismo y su pasión son contagiosos.


Cada vez que hablo con él me hace sentir que he recargado las pilas y me inspira para seguir trabajando y aprender de personas como él.

Espero que os guste.

 Un millón de gracias Víctor por tu espontaneidad y por dejarnos conocerte un poquito mejor.
 
 


 

"Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo."
      
                                                                                                                   Donald Woods Winnicott

 








Algunas reflexiones sobre el futuro laboral


Este fin de semana se ha celebrado en Sevilla la octava edición del Evento Blog España (EBE) bajo el lema “Disrupción Global”.
Tras varios años asistiendo a EBE, en esta ocasión los RRHH se han abierto un pequeño hueco y he tenido la gran oportunidad de participar como ponente para hablar sobre el futuro del mundo profesional. En el post de hoy dejo un resumen de mi intervención #profesionalEBE.
 

¿Cómo será el futuro?
Como decía S.C. Lewis El futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea.
Sobre el futuro podemos hacer infinidad de preguntas pero obtener muy pocas respuestas, aunque sí hacer predicciones más o menos certeras.
Para intentar imaginar cómo será el mañana del mundo laboral hay una realidad incuestionable de la que partir y es la evolución que ha sufrido la sociedad.
No importa el nombre que utilicemos para referirnos a ella (sociedad 2.0, de la información, del conocimiento, del talento, etc.) sino las características que la definen.
Como la califica Bauman, estamos en una sociedad líquida. Ya no vivimos en un mundo estanco ni sólido, sino en uno tan cambiante como un líquido.
Los sólidos conservan su forma y permanecen en el tiempo, sin embargo, los líquidos están en continua transformación, fluyen, se filtran, son imprevisibles.

¿Cómo nos afecta a los profesionales vivir en una sociedad líquida?
El concepto de puesto de trabajo tradicional tiene su origen en el Taylorismo, método de organización del trabajo que partía de la premisa de una comunidad estable, con pocos cambios y empleos para toda la vida. Pero en estos momentos un empleo no equivale a seguridad y las carreras profesionales están dejando der ser exclusivamente lineales ascendentes.
La diferencia que existe ahora entre el profesional de factura y el profesional de nómina empieza a difuminarse y llegará un punto en el que finalmente desaparezca.
El trabajador por cuenta propia no será el único que preste servicios por proyectos, lo haremos todos. Sustituiremos el concepto de puesto de trabajo por el de proyecto y el de empleador por el de cliente.
Este cambio nos confiere una gran autonomía y libertad para trazar nuestro trayecto profesional. Las vidas laborales serán cada vez más individualizadas.
No sé si alguien recordará una de las frases míticas de Henry Ford: “¿Cómo es que cuando quiero un par de manos también me traen un ser humano?”
El señor Ford no daría crédito al giro que han tomado las cosas porque el valor más preciado de un profesional es y será su talento, su cabeza y no sus brazos.

Para los que nos gusta asumir nuestros propios retos y disfrutar de una parcela de independencia en la que desempeñar nuestras funciones estamos de enhorabuena. Pero para las personas que prefieren entregar las riendas de su vida al jefe o a la empresa y que sean estos los que tiren del carro, me temo que no son buenas noticias.
Ser independientes no es tan fácil como pueda parecer porque tiene consecuencias a las que aún no estamos acostumbrados. Me refiero a un modelo de trabajo que ofrece muchas oportunidades pero también es muy exigente con cada persona.
Los nuevos profesionales deben contemplar su futuro como una evolución permanente. Lo importante es la actitud, las competencias personales y el talento, el expediente académico tendrá cada vez menos valor. ¿Y por qué lo creo? Porque es muy difícil competir con un profesional que sienta pasión por lo que hace, ya que es el que busca la excelencia.
Las empresas no pueden soportar el coste económico de una estructura fija sobredimensionada, por lo que tenderán a quedarse con una mínima estructura muy flexible que permita atraer a buenos profesionales para proyectos concretos. Como una obra de teatro o una producción cinematográfica, parte de ese gran equipo se disuelve cuando finaliza el proyecto para dedicarse a otros igual de interesantes, si no más.

¿Pero cómo será exactamente el profesional del siglo XXI?
Será un emprendedor de la vida, un e-lancer, un knowmad.
El concepto de knowmad creado por John Moravec combina los términos know (conocimiento) y nomad (nómada). Se refiere al nómada del conocimiento y es el profesional que es valorado por su conocimiento personal.
El knowmad no tiene una edad determinada, cualquiera puede serlo siempre y cuando reúna una serie de características: creatividad, innovación, colaboración, motivación, adaptación, flexibilidad, etc.
Si quieres ser un knowmad debes saber que serás tú quién construyas tu propia carrera profesional, estando en aprendizaje permanente y experimentando constantemente. Necesitarás desaprender rápido y crear redes para conectar ideas, personas y proyectos. Será crucial que seas capaz de generar conocimiento horizontal.
La sociedad del talento en la que estamos inmersos nos exige aprender rápido y de manera constante. En las redes sociales  se produce un aprendizaje invisible, un aprendizaje inesperado e informal entre pares.
La transferencia de conocimiento no precisa tener un carácter informal, el conocimiento tácito se da en este aprendizaje invisible para determinadas empresas e instituciones.
 

En un mundo donde hay tanta cantidad de información y que gracias a la tecnología se difunde y se comparte muy rápidamente, los ciclos de innovación son cada vez más cortos. La innovación de ayer es el estándar de hoy y la obsolescencia del futuro.
Esto significa que debemos ser únicos, insustituibles y aportar algo diferente. El valor reside ahora en filtrar, traducir y seleccionar información para generar conocimiento y conectar saberes y contextos.
Pero llegados a este punto nos encontramos con un gran obstáculo. No nos han enseñado ni nos han educado para ser autónomos, para asumir riesgos ni para diferenciarnos del resto. Nos han engañado, sí lees bien, nos han engañado.
Desde que somos pequeños nos han educado y nos han entrenado para ser mediocres. Nos han dicho que si somos mediocres, trabajamos en empresas mediocres y no destacamos no tendremos problemas. Sin embargo, ahora descubrimos que es mentira y lo peor de todo,  después de iniciar la partida hace mucho tiempo nos han cambiado las reglas del juego sin avisar.
 

A muchas empresas y directivos se les llena la boca al proclamar a los cuatro vientos que lo que buscan son profesionales creativos, innovadores, que cuestionen la forma de hacer las cosas para ayudarles a cambiar, pero se trata de marketing, la gran mayoría continúa buscando obediencia.
En las organizaciones se castiga al que intenta hacer cosas diferentes, fomentar cambios y se equivoca, porque todos sabemos que es imposible innovar y crear sin fracasos. No obstante, no se sanciona al que no hace nada, al que no aporta valor, al que obedece sin cuestionar.

¿Qué incoherencia es esta?
Pues algo tan habitual que hasta tiene un nombre, el síndrome de la amapola alta o de la alta exposición. No te levantes ni sobresalgas o te cortarán. No hables si no te preguntan, no trabajes más de la cuenta, no tomes la iniciativa, simplemente encaja sin sobresalir.
¿Por qué admiramos a los profesionales que no suponen una amenaza para nuestro estatus? Por la sencilla razón de que si los “profesionales amapola alta” están cerca hacen sombra y además… ¿acaso no es mucho más bonito un campo de amapolas de la misma altura, todo homogéneo que con flores diversas?
Todos somos únicos en algo pero nos han educado a ser vulgares, nos han entrenado en el conformismo y nos han obligado a pasar desapercibidos. Pues ha llegado el momento de romper con el pasado y olvidar falsas creencias, llegó la hora de desaprender para aprender de nuevo.
La transición nunca se produce en línea recta pero si eludimos nuestra responsabilidad no alcanzaremos el éxito, seguiremos siendo anodinos.
 

Aunque no te muevas ¡entérate, el mundo sigue girando! Así que aprovecha las oportunidades y construye tu propio futuro, aunque te equivoques. Es preferible que diseñes tu propio camino a que te limites a seguir la ruta que han marcado otros por ti. Porque no cambiar, no empezar es mucho peor que equivocarse.
Ahora plantéate con cuántos campos de conocimiento trabajas, cuál es tu red de influencia, qué alianzas tienes, con quién colaboras y recuerda que cada interacción es una oportunidad para establecer una conexión.

Rompe moldes, dibuja tu propio mapa, identifica y desarrolla tu talento y tendrás un futuro laboral diferente, con mayor incertidumbre pero mucho más divertido e interesante.

La única manera de alcanzar el éxito será que tu talento te haga excepcional y todo ello depende de ti, ¿a qué esperas?


“Si las pasiones y los sueños no pudieran crear nuevos futuros, la vida sería un engaño”.  
                                                                                                                                             Henri Lenormand



 

¿Estás dispuesto a pagar el precio de tu marca personal?


Fuente: Google
Para los que como yo rondáis los cuarenta o ya no los vais a volver a cumplir, seguro que recordáis la serie Fama, uno de los grandes éxitos televisivos de los años 80.

Fama contaba la historia de un grupo de jóvenes multicultural y multiracial aspirantes a bailarines, músicos y actores que estudiaban en la estricta escuela ‘New York City High School for the Performing Arts’.

Una de las frases más famosas de la serie que se grabó en nuestra memoria a fuego aparecía en los títulos de crédito iniciales y la decía Lydia, la profesora de baile:

“Buscáis la fama, pero la fama cuesta, pues aquí es donde vais a empezar a pagar…con sudor”.

Fuente: Google


Se convirtió en el eslogan de esta producción y resumía perfectamente la filosofía del esfuerzo que significa llegar a ser un artista reconocido.
Si algo nos enseñó esta serie es que la fama es una de las consecuencias del esfuerzo.






Extrapolando esta filosofía a nuestro entorno socio económico actual caracterizado por la escasez de oportunidades profesionales, nuestro esfuerzo debemos enfocarlo a ser más empleables.

El concepto de empleabilidad hace referencia a las posibilidades que tiene un profesional para encontrar un empleo, así como a la capacidad que posee para resultar atractivo al mercado laboral.

La dimensión externa de la empleabilidad determina el nivel de competitividad de un trabajador en el mercado laboral: el ciclo económico actual, la evolución negativa de la actividad de algunos sectores, las oportunidades de empleo, los perfiles profesionales más demandados, etc.
Es una dimensión sobre la que poco podemos influir.

Sin embargo, la empleabilidad interna está ligada a los factores de personalidad, las competencias profesionales, la marca personal, una cuidada reputación e imagen y una buena gestión de nuestra red de contactos (networking).
                                                                                                                                                      
Es nuestra responsabilidad como profesionales ser conscientes de nuestra empleabilidad, para trabajar sobre ella y aumentarla en un mercado laboral muy competitivo.
Tenemos que aprender a ser empleables porque la empleabilidad no es algo innato.

Dado que el mercado laboral está en constante evolución nos exige adaptarnos a su ritmo de cambio, si además podemos adelantarnos, seremos mucho más empleables que el resto de profesionales, aumentaremos nuestro atractivo en el mercado laboral.
Aquí entra en juego un nuevo concepto de empleabilidad 2.0: el cv social.

El currículo social tiene tres componentes: tu identidad digital, tu red de contactos y tu marca personal.

La creación y el cuidado de la marca personal es un proceso a muy largo plazo, no es fácil ni barato por la alta exigencia de tiempo que requiere.

Establecer una marca personal consiste en identificar, desarrollar y comunicar bien las características que nos hacen destacar, ser influyentes y diferentes en un entorno donde se fomenta la homogeneidad.

Como dice Laura Chica "Cuando construyes sobre tus fortalezas, construyes sobre rocas. Cuando construyes sobre tus debilidades, construyes sobre arena movediza. Nuestras fortalezas y debilidades interfieren en la forma en que enfocamos la vida. Trabajar sobre nuestras fortalezas nos hace tener una actitud más positiva."

Desde la infancia vivimos en una sociedad de prototipos, patrones y moldes en la que para alcanzar el éxito debemos desmarcarnos del grupo, diferenciarnos y sobre todo creer en lo que hacemos y ser felices haciéndolo.

“El Universo es un catálogo de infinitas posibilidades”. Francisco Alcaide
Cada uno de nosotros debe identificar su fortaleza e intentar ser muy bueno, si no el mejor.
  
Fuente: A Lifetime Photography

Y aquí viene la pregunta importante: ¿estás dispuesto a pagar el precio de tu marca personal?

Todo parece muy bonito y muy sencillo, pero parafraseando a la profesora  de la serie de fama: una buena marca personal cuesta, y se  paga con sudor y empeño. Pero además hay un factor importante que debemos tener en cuenta. A medida que tu marca personal empiece a posicionarse, conforme empieces a brillar te encontrarás con personas que cambiarán su actitud hacia ti y como dice mi amiga Eva Collado Durán, tendrás que aprender a “gestionar la envidia”.



“Pero sus estridentes ladridos sólo son señal de que cabalgamos”. Goethe

Crear, innovar, romper los moldes implica transgredir la zona de confort de empresas y personas.
Construir una marca personal sólida no es tarea para personas ociosas, requiere perseverancia, una alta dosis de confianza en ti mismo y especialmente fortaleza para luchar contra los que quieran restarte la visibilidad que vas ganando.
  
Fuente: A Lifetime Photography
Mientras avanzas aparecerán personas que al haberse dado cuenta de tu progreso y del aumento de tu atractivo para el mercado laboral, no podrán soportar tu éxito y en lugar de trabajar su propia empleabilidad interna expresarán su frustración “ladrando”, como decía Goethe en su poema.
Cuando tu carrera profesional progrese se te criticará con insistencia, pero no te preocupes, será una señal de que lo estás haciendo bien.


No te desanimes, mantén la fe en ti mismo, cuando trabajas en lo que crees serás feliz y podrás escoger tu propio camino, aunque no sea fácil y te equivoques en algunas decisiones, pero serás el responsable de tu futuro.
 
Fuente: A Lifetime Photography
“Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar a un árbol, él vivirá toda su vida creyendo que es un estúpido.”
                                                                                                                              Albert Einstein



 

El divorcio emocional con la empresa


Soplan vientos de cambio en las empresas desde hace años y la cultura 2.0 ha llegado metiendo prisa.

Algunas organizaciones van alcanzando las primeras posiciones, otras se están preparando y esforzando por adaptarse al cambio cultural, innovar y mejorar. Pero lamentablemente también las hay que siguen obstinadas en construir barricadas, tapándose los ojos y los oídos mientras murmuran a modo de mantra: “ya pasará, ya pasará y todo volverá a ser como antes. Esto sólo es una moda”.

A estas últimas les está reforzando la crisis y la alta tasa de desempleo, porque es el contexto en el que mejor funciona ejercer la autoridad basándose en el miedo.

Pero todo pasa y todo llega, y aunque el horizonte se siga viendo oscuro, el mercado laboral acabará recuperándose, aparecerán otros modelos de trabajo y los profesionales podrán poner de nuevo en valor su talento y percibir una retribución adecuada a su carrera profesional.

 “Cuando soplan vientos de cambio, algunos levantan muros y otros construyen molinos”

 
Pero… ¿qué está ocurriendo mientras tanto?

Las empresas que realmente han entendido que su sostenibilidad y crecimiento depende de su valor más preciado: el capital humano y su talento, continúan apostando por la formación, la responsabilidad social, la conciliación y el salario emocional.

Entre las que estaban a medio camino hay dos casos:

1.      Las empresas que han decidido continuar de una manera tibia, a veces por la insistencia de los “locos de RRHH”, por “y si es verdad que al final esto es rentable”, “total, ya que hay trabajo hecho”…

2.       Las que no estaban muy convencidas y en cuanto han visto  las primeras olas han decidido volver  atrás corriendo, por si se avecina una tempestad que les pille en puerto seguro.

Por supuesto, no podemos olvidar a todas las empresas que siguen rigiéndose por un modelo taylorista o que consideran que un profesional es un recurso y por una mala casualidad, humano.
Las que eran y son escépticas acerca de una gestión de personas innovadora. Las mismas que consideran que una empresa es un negocio, un ente basado exclusivamente en la cuenta de resultados, no en las personas que conforman la compañía.

 
Por cierto, para estas compañías tengo malas noticias: una organización es una gran red social y las personas son nodos que están interconectados. Cuanto mejor sea la conexión entre ellas, mejor podrá funcionar en todos los sentidos, ¡hasta en el económico!!!!!
 

Estoy convencida de que los CEOs y directivos que trabajan en seguir innovando y mejorando la gestión de personas serán los que trabajen en empresas de éxito, si no lo están haciendo ya.

Para los CEOs y directivos que están en empresas de los últimos modelos que he mencionado… les deseo suerte porque la van a necesitar, pero sobre todo les deseo que analicen sus memes y se planteen seriamente ampliar las perspectivas y cuestionar la posibilidad de cambio.


Cada vez me encuentro con más personas que están en proceso de divorcio emocional o ya se han divorciado de su empresa.

¿Y tú? ¿Te estás distanciando emocionalmente de tu empresa? Admito que a mí me ha ocurrido en alguna ocasión, ¿a quién no?

 
El divorcio emocional de un profesional comparte muchos motivos con el divorcio de una relación de pareja: decepción o desenamoramiento, engaño, falta de compromiso por la otra parte, sentirse utilizado, percibir un trato inapropiado, etc.

Cualquiera que haya convivido con su pareja sabe que para que la relación perdure en el tiempo y merezca la pena, es necesario trabajar mucho en la misma. Hay que negociar, ceder, dialogar, respetar, apoyar, cuidar y querer al otro. No es ni fácil ni gratis que una pareja tenga una relación fuerte y estable, ¿por qué creemos que en la empresa sí lo es?

Puede que algunos piensen: “¿pero dónde va a ir este con la que está cayendo ahora?”,” ¿por qué tengo que cuidar yo a mi equipo? Ni que fuera su padre”, “al trabajo se viene a trabajar, no a hablar de la familia ni de los problemas” y un larguísimo etcétera.

 
Para aquellos que estéis atravesando una crisis emocional con vuestra organización, pensad que a veces es el momento perfecto para replantearse la situación, proponer un cambio, dialogar y aprovechar la oportunidad para salir fortalecidos de las crisis, es decir, motivados y comprometidos.
 
“El fracaso consiste en no persistir, en desanimarse después de un error, en no levantarse después de caer.”


A quienes habéis determinado que el divorcio ya no tiene vuelta atrás, recordad que el ser un zombie nunca es la solución. No importa como lo llaméis: absentismo presencial, estar de cuerpo presente y de mente ausente, despido interior… no os hará sentir mejor. Es imprescindible que os replanteéis cambiar de departamento o de empresa, pero sin duda alguna debéis trabajar en vuestra empleabilidad todo lo posible.
"Cuando quedas atrapado en la destrucción, debes abrir una puerta a la creación".

Y  a los que sois responsables de un equipo de personas o de gestionar una empresa por favor, no lo olvidéis nunca: "No vemos jamás las cosas tal cual son, las vemos tal cual somos".
Haced un esfuerzo por conversar con vuestro capital humano pero sobre todo por escuchar, porque nunca es tarde para emprender el camino y evitar un divorcio emocional de un profesional siempre es una inversión rentable.

Cuidar y preocuparse por las personas que trabajan contigo es sin lugar a dudas una relación de ganar-ganar.
 
“A veces cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes”.

                                                                                                                                      Jean de la Bruyère
 


Echando la vista atrás...


Desde que publiqué mi último post ha pasado bastante tiempo, pero os aseguro que ha sido un período muy intenso a nivel personal y profesional. He estado tan ocupada últimamente que no he podido publicar con la frecuencia que me gusta por respeto a quienes generosamente leéis con cariño lo que escribo en este espacio tan personal.
Admito que el retraso en publicar se ha debido a la falta de tiempo y tranquilidad para reflexionar y especialmente para ordenar todas las ideas, los sentimientos, los aprendizajes y las experiencias vividas durante este último mes.


El 6 de junio pude colaborar en el Segundo Congreso Nacional de Empresa 2.0 y Social Business   con la ponencia  El día que los RRHH se cansaron de ser recursos y empezaron a ser profesionales 2.0.

Es la segunda vez que los organizadores del Congreso han querido contar conmigo, lo que vuelvo a agradecer desde aquí.
Coincidir con compañeros de profesión como Virginio Gallardo y mi gran amiga Eva Collado, así como compartir conversaciones, anécdotas e ideas con grandes profesionales que pasaron por el congreso es algo que no tiene precio.

 
 

Respecto a mi intervención, lo que quise transmitir es que la aparición de las redes sociales ha tenido un elevadísimo impacto en el mundo de la empresa y en la gestión de personas, llegando a cuestionar los modelos de trabajo, de liderazgo e incluso de organigrama que existían hasta ahora.

Las organizaciones afortunadamente ya no tienen recursos humanos, sino que están formadas por personas y es precisamente en esta dimensión humana bien gestionada donde reside la clave del éxito empresarial. 
Aquí os dejo el enlace de la ponencia por si a alguien le interesa verla.

 
Justo al día siguiente tenía otra ponencia en la presentación de El Foro de los Recursos Humanos en Sevilla.
 
 

Los asistentes a este encuentro eran de un perfil muy distinto al de la jornada anterior. Directivos en su mayoría aún no muy convencidos de abrir las puertas al cambio, desaprender conceptos que en la Universidad nos transmitieron como axiomas y con gran reticencia a  trabajar bajo la sombra permanente de la incertidumbre.

Ya no es posible concebir que haya una empresa sin voz humana. La comunicación interna no sólo ha cambiado en su multidireccionalidad, sino en su filosofía y valores, así como en su fin. Transparencia, cercanía, hacer que los profesionales se sientan parte del proyecto empresarial, que aporten y que sus ideas sean valoradas, aprovechar las sinergias y la retroalimentación de perfiles variados. Aprender a gestionar la diversidad y aprovechar el talento colectivo.

Cuando estudiaba en la Facultad, en una ocasión nos contó un profesor un experimento que habían realizado con personas que estaban encarceladas desde hacía muchos años.
Estas personas aprovechaban el escaso tiempo al aire libre del que disponían para dar paseos por el patio de la cárcel cada día.
Tras una rutina forjada durante tanto tiempo, les llevaron a campo abierto para observar cómo reaccionaban y comprobaron que se limitaban a seguir dando paseos, pero lo más significativo era que la distancia que recorrían era exactamente igual que la medida del patio de la cárcel.
Teniendo un espacio inmenso y desconocido para caminar, correr, descubrir caminos inesperados, etc. parecía tener menos sentido disfrutar de todas las posibilidades que ofrecía la naturaleza que romper con su hábito, ni siquiera variar en centímetros la distancia de los pasos recorridos.


Esa misma sensación es la que me transmiten muchas empresas, ¿no os pasa a vosotros?  

Hay tantas posibilidades para cambiar, crear, generar, cuestionar… Pero los límites los tenemos en la mente, seguimos recorriendo y viendo las barreras donde han estado desde hace años, aunque ni siquiera las hayamos comprobado nosotros, en ocasiones es algo que nos han contado otros y hemos aprendido a vivir entre esos márgenes.

Creo que mi discurso en aquella ponencia fue un poco rupturista y no le gustó a todos los que asistieron, pero pretendía no dejar indiferente y sembrar una pequeña semilla de inquietud en quienes no comparten la creencia de que la empresa está condenada a cambiar y adaptarse o a extinguirse.


Pero el evento más especial de todos ha sido poder acompañar a mi adorada Laura Chica en la presentación de su libro “¿Quién eres tú?” el pasado 20 de junio en Sevilla.

 
Leer un libro que ha escrito alguien a quien aprecio y admiro siempre me despierta una sensación especial en el estómago, pero en esta ocasión es un libro que me ha ayudado a replantearme muchas cuestiones importantes, empezando por su título: ¿Quién soy yo?

Os recomiendo que lo leáis, lo subrayéis y lo trabajéis porque os aseguro que merece la pena. Del libro destacaría muchas cosas pero fundamentalmente me quedo con los siguientes puntos:

  • Somos analfabetos emocionales: no se preocupan de nuestra inteligencia emocional en el colegio, ni en la Universidad, en muchos casos ni siquiera en la propia familia. No obstante, qué importante es para poder tener una vida feliz y plena e incluso tener éxito en el ámbito profesional.
  • Ser feliz es una decisión: hay circunstancias que no podemos cambiar, que están ahí y que debemos tenerlas en cuenta. Pero ser feliz supone un esfuerzo, un trabajo y una lucha permanente y diaria. Siempre podemos hacer algo y en cualquier contexto por muy nocivo que éste sea.
  • El optimismo es una vía de supervivencia: en el contexto socioeconómico actual, ser optimista nos ayuda a enfrentarnos a nuestros miedos, a superar obstáculos a fijarnos metas y sólo si creemos que podemos conseguirlo lo haremos. No importa que te caigas, sino lo que de verdad importa es cuántas veces te levantas.
  • El agradecimiento para poder ser feliz y valorar la vida: ¡Qué importante es y cuántas veces se nos olvida ser agradecidos! Y hay tantas cosas y tantas personas a las que agradecer…
  • El ejemplo: enseñar desde el ejemplo, la coherencia y tomar conciencia de que generamos emociones positivas y negativas en nuestra familia, en nuestros equipos de trabajo, en nuestros amigos, en todas las personas con las que interactuamos. Somos responsables del ambiente en el que trabajamos y nos relacionamos y en nuestra mano está influir de manera positiva para propagar un clima más feliz y agradable.

Estas son sólo algunas pequeñas píldoras del libro de Laura, os dejo el enlace del vídeo de la presentación para que podáis conocerla un poquito mejor. Porque ella misma es una persona maravillosa y su libro es su reflejo.
 
Y por último, pero no menos importante, tengo que destacar también lo que me enseñan mis hijos cada día, ¡qué lecciones tan grandes me dan de vez en cuando!
Quienes tengáis hijos y estéis leyendo estas líneas sabréis que no es posible tratar por igual a los niños porque cada uno es diferente y especial. En mi caso, mi hijo mayor Pablo es muy sensible, a veces asume demasiadas responsabilidades para los 10 años que cumplirá a finales de este mes y también es más miedoso que su hermano pequeño.

El sábado 22 de junio fuimos a un centro hípico para ver competir al nieto de un familiar. Cuando llegamos por la mañana Pablo no era capaz de acercarse a un caballo por el miedo que le imponía un animal tan grande y hasta ese momento con el que no había tenido contacto.
Marcos, que es sólo un año más pequeño, tenía la ilusión de aprender a montar a caballo desde hace tiempo y si lo hubierais visto corretear por allí, os habría parecido que se ha criado entre cuadras, en lugar de ser la primera vez que las pisaba. Ese mismo día decidimos inscribir a Marcos a un curso intensivo durante la última semana de junio que se impartía en el centro.
 
A Pablo le dejamos su espacio y de vez en cuando se asomaba y veía de lejos un caballo. Mientras Marcos ayudaba a preparar los caballos, a lavarlos y los acariciaba, su hermano mayor iba haciendo pequeños acercamientos, a su ritmo, abandonando progresivamente su zona de confort y reforzándose cada vez que avanzaba.


El resultado lo tenéis en esta foto. Ese mismo sábado por la tarde Pablo nos pidió que le inscribiéramos también en el curso y para sorpresa de todos, ha descubierto una gran pasión que quiere seguir practicando a la vuelta de las vacaciones.

Pablo no sólo me ha enseñado la capacidad de superación y esfuerzo para vencer sus miedos con sus casi diez años, sino que como él decía: “mamá, ¡qué bien me siento porque he sido capaz de hacerlo yo solo! Y es mucho más divertido de lo que podía imaginar, me siento feliz cuando monto a caballo.”

Ante la adversidad, cada vez mayor esfuerzo y mejor actitud.
Ante el miedo, valor para avanzar y mejorar.
Ante los problemas, la búsqueda de soluciones, alternativas o nuevas perspectivas.
Pero nunca abandonar o huir hacia la desidia.
 
 
Ahora Pablo confía más en sí mismo y sabe lo que es sobreponerse a una situación que asusta para poder progresar, todo un ejemplo a seguir en nuestra vida personal y en el trabajo  ¿no os parece?

Así que echando la vista atrás, veo un mes repleto de vivencias, lecciones aprendidas y sobre todo inspiración  e ilusión para seguir cambiando y para lograr transformar el mundo, aunque sólo sea un poquito, pero no pienso dejar de intentarlo ¿y vosotros?


"Para que una revolución tenga éxito debe redescubrir valores ya olvidados y adaptarlos a las exigencias de la época"

Rabindranath Tagore

¿Qué tipo de jefe tóxico conoces?


 

Hace unos meses, mientras impartía una sesión conjunta para los alumnos del Máster de RRHH y del MBA de la Universidad Pablo de Olavide, un chico me preguntó cuál era la diferencia entre un jefe y un líder.
 
Le respondí que lo ideal es que todo jefe jerárquico sea también un líder, pero que desafortunadamente no es así con demasiada frecuencia.
El título de líder hay que ganárselo y no precisamente a golpe de organigrama.
El líder dirige gracias a su influencia, guía a su equipo y consigue desarrollar la potencialidad de cada miembro, su talento natural. Busca generar preguntas, conversar y valora la policromía profesional.
 
Por el contrario, el jefe ordena e impone a sus empleados y lo que espera de ellos es disciplina y obediencia.
 
El líder se apoya en la inteligencia emocional para dirigir personas, genera un clima de confianza y colaboración y consigue que sus colaboradores le sigan de manera voluntaria.
 
Es muy difícil dirigir personas y todos los que somos responsables de un equipo cometemos multitud de errores que debemos analizar constantemente y buscar vías de mejora. No existe el líder perfecto, porque el líder es un ser humano.
El jefe en el sentido más peyorativo es alguien que no conoce lo que es la autocrítica ni le interesa.
 
 
 

En el post de hoy, con cariño, con respeto y con un cierto tono de humor describo algunas de las tipologías de jefes tóxicos, que en mayor o menor medida todos habremos sufrido a lo largo de nuestra vida profesional.
 
Aquí tenéis algunos de los más conocidos:
 
Jefe veleta: aquel que cambia de decisión según cambie el aire, dependiendo del contexto, de la persona o del tema en cuestión. Es casi imposible que piense lo mismo si le preguntas varias veces por un tema y lo peor de todo, no recuerda lo que dijo ni lo que pensaba con tanta seguridad.
Jefe paternalista: trata a sus empleados como hijos, su misión en esta vida es arreglar los problemas de su “familia laboral”, cuidarla y protegerla. Incluso su lenguaje no verbal y su vocabulario reflejan esta actitud protectora con su equipo. Suele ser muy querido pero no ayuda a desarrollar la autonomía, proactividad y desarrollo profesional de las personas que cobija.
 


Jefe ventilador: tiene una habilidad especial e innata para dispersar las responsabilidades, los problemas y especialmente los malos resultados a todos quienes le rodean. Es especialista en encontrar un chivo expiatorio cada vez que mete la pata.
Si hay que colgarse una medalla pulsa el botón de off momentáneamente. Eso se lo ha ganado a pulso.
 
Jefe vividor: vive como un parásito del trabajo de los demás. Su jornada laboral consiste en asistir a reuniones fundamentalmente y hacer que parezca que está trabajando.
Rara vez redacta un informe, escribe un correo, llama a alguien por sí mismo…
Ha hecho de la delegación su filosofía de vida, hasta el punto de desvirtuar el concepto.
 
 
Jefe Peter Pan: vive en un mundo de fantasía. Es posible que en los pasillos de la empresa se esté librando una verdadera batalla campal, que entre las personas que trabajan en su equipo no se dirijan la palabra ni para darse los buenos días y que la tristeza y la desmotivación reinen en la organización, no obstante, si le preguntas cómo van las cosas te responderá que genial. La gente está feliz, motivada y comprometida y el ambiente es inmejorable, ¿no lo ves?
Jefe colega: es el que está obsesionado con caer bien a todos sus empleados, huye de los malos rollos como de la peste y es incapaz de hacer una crítica a algún miembro de su equipo. Le encanta establecer rutinas como tomar una cervecita los viernes o traer churros a la oficina para invitar a todos a desayunar.
Si le pides que haga una evaluación del desempeño de su equipo lo sufrirá como una enfermedad y al final intentará poner a todos la misma puntuación o asignar el mismo variable. ¿Cómo va a disgustar a alguien si se lleva bien con todos?
 
Jefe conciliador: no soporta los conflictos, los sufre como algo propio. Muy relacionada este tipo de jefe con el anterior, el colega.
Absolutamente incapaz de negarle a sus colaboradores lo que le pidan, “que lo hagan en RRHH si eso…”
Lo peor que le puede pasar en su jornada laboral es que surja un conflicto o alguien tenga una actitud agresiva con él o delante de él.
No habla mal de nadie, sólo quiere vivir y trabajar en paz y armonía.
 
 
Jefe Dr. Jekyll y Mr. Hyde: el que más despista a sus colaboradores. Cuando esperan temerosos a que llegue por las mañanas se preguntan: ¿Quién vendrá hoy a trabajar? ¿Dr. Jekyll o Mr. Hyde?Puede pasar de ser el jefe más encantador del mundo, preocupado por la vida personal de sus empleados, saberse hasta la fecha de cumpleaños de todos y los nombres de sus hijos, a ser al minuto siguiente, una persona perversa que deja a las víctimas que va encontrando por el camino noqueadas por el impacto del cambio y el miedo a cómo hablarle la próxima vez.
 
 
Jefe Rambo: un experto en la lucha de guerrillas, un hombre que está entrenado para ignorar el dolor, las condiciones climatológicas y vivir de lo que da la tierra.
Cree que su misión en la empresa es ganar una guerra y está dispuesto a dejarse la piel en ello. Suele ser además un lobo solitario, engaña porque su ropa de camuflaje es el traje y la corbata.
 “Vivir por nada, o morir por algo. Decidid”
 
Jefe pasota: no se altera nunca, ningún problema es lo suficientemente grande para no poder relativizarlo. Podría mimetizarse perfectamente en una cultura rastafari.
No pasa nada si se llega tarde a una reunión o simplemente no se asiste sin avisar. La fecha límite es un invento de algunos, no hay prisa.
Es perfectamente compatible trabajando con cualquier otro tipo de jefe, porque simplemente nada le importa excepto cobrar a fin de mes.
“Vive y deja vivir” es su lema.
 
Jefe de clausura: no suele abandonar su despacho. Incluso es difícil verle entrar y salir del edificio, no se sabe si por una timidez patológica, por una filosofía de vida o porque en su zona de confort es donde únicamente puede trabajar bien.
La mayoría de las reuniones las mantiene en su despacho, nunca sale a ver a otro colaborador o compañero y si no le queda más remedio que dejar su refugio, se le ve incómodo y deseando volver a su encierro.
Tampoco destaca por ser un gran conversador o un animal social.
 
Jefe tío Gilito: no le importa el clima, la productividad de su personal, la satisfacción del cliente, etc. Sólo le preocupa una cosa en la empresa: el dinero.
Le preocupa tanto el dinero que no ve cómo esa obsesión perjudica en gran medida la cuenta de resultados.
“Conozco de memoria los números de serie de todos y cada uno de los dólares que he ganado en mi vida"
 
Jefe emperador romano: si no estuviera mal visto pondría una estatua suya en la entrada de la empresa y pagaría a sus empleados con dinero que tuviera impreso su bello rostro.
Rezuma arrogancia por donde va y es la persona más feliz de haberse conocido a sí mismo de todo el planeta.
Estar tan endiosado le hace perder contacto con la realidad, pero no importa porque… ¡aporta tanto valor a la empresa!!!!!
 
Jefe celebrity: podría intercambiar perfectamente su papel con cualquier celebrity de las revistas de moda y del corazón. Lo que más le gusta en el mundo es acudir a un sarao, y por supuesto sus principales preocupaciones es que su nombre se lea bien en el cartel que le ponen delante, en el pie de foto y en la nota de prensa.
Es primordial que salga en todas las fotos del evento y que el ángulo desde el que dispara la cámara sea el que pilla su lado bueno.
Viste en función de su agenda social, tiene un fondo de armario para cada tipo de ocasión.
¿El trabajo con su equipo? ¡Ah, sí! Eso también lo hace, cuando regresa a la oficina después de tomar la copa de vino español.
 
Jefe ciclotímico: desconcierta a sus empleados del mismo modo que el jefe Dr. Jekyll o Mr. Hyde, sólo que con la diferencia de que no oscila entre ser un bonachón o un ser perverso, sino entre el ser más feliz de la Tierra o el más desgraciado y negativo de la historia de  la organización.
Contagia por igual su optimismo que su estado depresivo, lo que acaba afectando a su equipo de manera muy perjudicial
 
Por no hacer el post interminable dejo otros muchos tipos de jefe para otro día: el histriónico, el orgulloso, el paranoico, el celoso, etc.


¿Se te ocurre alguno más que no haya nombrado? Seguro que sí.
 
"Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera."
Albert Einstein