La felicidad está de moda y empieza a
dividirnos.
Hay quien habla de la tiranía de ser
feliz y quien culpa a las redes sociales de la proliferación de mensajes sobre
optimismo, psicología positiva y buenrollismo.
Hay quien se esfuerza en propagar fórmulas
para alcanzar la felicidad, defendiendo que nuestra mente crea nuestro destino,
mientras que otros se afanan en confirmar que la vida es un fiasco y apuntar
cada aspecto negativo de nuestra existencia.
Aparecen marcas como Mr. Wonderful o
Virus de la Felicidad y poco tiempo después surgen las antagónicas como Mr. Wonderfuck, todas con sus correspondientes seguidores.
La psicología positiva continúa
debatiéndose como ciencia y aparecen constantemente argumentos a favor y en
contra, así como numerosos estudios y críticas por la falta de base científica
de los mismos.
¿La felicidad es una quimera?
¿Es una
tendencia de la que algunos gurús se aprovechan para ganar dinero vendiendo libros
y dando conferencias? ¿Se trata de un nuevo modelo de negocio basado en
recordarnos que debemos ser felices y hacernos sentir culpables si no lo conseguimos?
El 2 de junio de 1974, un pequeño reino en la cordillera del Himalaya llamado Bután fue el primer país del mundo que hizo una política estatal de la búsqueda de la felicidad. En su discurso de coronación como rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck dijo: “la felicidad nacional bruta es mucho más importante que el producto interior bruto.”
Desde aquel momento Bután utiliza el
índice de la Felicidad Interior Bruta (FIB) para medir el bienestar de su
sociedad.
Una de las asignaturas más populares
de la prestigiosa Universidad de Harvard ha sido la de psicología positiva
impartida por el profesor Tal Ben Shahar. Se convirtió en todo un referente
educativo impartiendo clases sobre felicidad y atrayendo a más de 1.400 alumnos
cada semestre.
El instituto para la búsqueda de la felicidad
de Copenhague (Happiness Research Institute Copenhagen) y el concepto 'hygge' que
se refiere a la filosofía de vida danesa para encontrar la felicidad en las
pequeñas cosas, desconectar y aprender a relajarse como pasos fundamentales
para rozar momentos felices, también han ocupado abundantes artículos.
Cada vez se organizan más congresos
sobre felicidad y bienestar que reúnen expertos de cualquier parte del mundo
para ofrecer a los asistentes las claves que les permitan alcanzar la tan
ansiada felicidad.
La última tendencia en el mundo
empresarial consiste en aumentar la productividad haciendo más felices a los
empleados y generando un ambiente laboral positivo. Se empiezan a establecer
indicadores para medir la felicidad de los empleados y de la organización, por
lo que algunas compañías incluso han incorporado un nuevo puesto: Director de
la Felicidad o Happy Manager.
Teniendo en cuenta todos esos datos, está
claro que la búsqueda de la felicidad no es algo nuevo, sino inherente al ser
humano.
Pero… ¿cómo se consigue ser feliz? ¿Cómo
puedes levantarte cada mañana y a pesar de los problemas que dejaste ayer y los
nuevos que te vas a encontrar, no dejar que tu ánimo caiga al suelo?
Como dice el famoso escritor y profesor
Tal Ben Shahar: “la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se
instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica. La felicidad está
en nuestro estado de ánimo.”
Ser feliz o infeliz es una cuestión
de propósitos. Amargarse la vida o disfrutar de ella, a pesar de todas las
dificultades, son decisiones que tomamos cada día, con cada pensamiento y
acción.
“El 10% es lo que nos pasa en
la vida y el 90% es lo que hacemos con lo que nos pasa”.
Andrés Aljure
¿Qué es exactamente la felicidad?
¡Qué más da cuál sea la descripción
de la felicidad! Pueden existir tantas definiciones como personas. Lo
importante no es que haya rigor científico respecto al concepto de felicidad o cómo
se argumente, sino cómo se vive cada día y con qué actitud.
No se trata de ser feliz siempre,
sería imposible. Por otra parte, la tristeza es inevitable y llorar es muy sano
cuando necesitamos liberar emociones negativas.
La tristeza, el dolor y el miedo son
emociones humanas y necesarias.
Huimos de la gente tóxica y
procuramos no estar cerca demasiado tiempo de quien irradia tristeza. Buscamos compartir
tiempo con las personas que nos transmiten buen rollo y energía positiva, con
las que nos divertimos y disfrutamos.
Pero nadie puede estar
permanentemente feliz ni en un estado de alegría eterna. Existen los momentos
tristes, las caídas, las recaídas, las lágrimas, el miedo, las personas que nos
causan daño y decepción, las situaciones que nos ponen a prueba, las crisis y
los cambios que nos empujan a aprender y avanzar como única salida.
“…podemos afrontar épocas
complicadas de nuestra vida y, sin embargo, ser felices, pero también conseguir
tener todo lo que habíamos deseado tener y sentirnos profundamente infelices. “
Sonja Lyubomirsky
Soy una persona que utiliza las redes sociales para intentar mostrar el lado bueno de la vida cada día y difundirlo.
Soy una optimista por supervivencia porque mi madre me educó para sobrevivir a cualquier situación, por difícil que sea y siempre le estaré agradecida por enseñarme a buscar la luz aun en los momentos de mi vida en los que solo veía una espesa niebla.
No me siento obligada a buscar la felicidad, ni a hacer una demostración pública de la misma, de hecho, he reconocido en alguna ocasión que he superado una depresión a pesar de ser una persona feliz y esa “vulnerabilidad” me hizo más fuerte y me ayudó a cambiar lo que necesitaba en aquel momento de mi vida, a reencontrarme conmigo misma.
Identificar nuestras emociones, positivas
y negativas, aceptarlas y trabajar para superar las situaciones complicadas es
necesario si queremos ser felices. No conformarnos con lo que nos viene y dejar
de actuar y luchar. ¡Rendirse no es una opción!
Nuestras decisiones y nuestros pensamientos
tienen mucha más influencia sobre lo que nos pasa de lo que queremos admitir,
es más fácil pasar la responsabilidad a otra persona o incluso al destino, que
asumirla nosotros. Pero la realidad es que cada día elegimos focalizar nuestra
atención en unas cosas e ignorar otras y todo lo que pensamos y decidimos determina
nuestra vida.
Cuando tenemos una manera de pensar positiva, nuestra actitud nos ayuda a superar mejor los problemas, a sobrellevar los momentos duros y a salir de las situaciones desagradables, buscando soluciones y alternativas.
Evita el pensamiento circular que te
lleva sin parar una y otra vez a dar vueltas a las mismas preocupaciones y
problemas, porque con cada nueva vuelta solo consigues sentirte más deprimido y
fuera de control.
La felicidad no llegará cuando ganes
más dinero, cambies de trabajo, encuentres pareja, tengas hijos, compres una
casa…
Piensa un poco más en ti, no te
limites a lo que se supone que debes hacer, sino céntrate en lo que de verdad te
importa. Conócete, quiérete y busca tu sitio. Libérate de malos sentimientos
como el odio o el rencor, porque no te dejarán avanzar. Disfruta de todas las
cosas posibles: un viaje, una conversación, una cena, practicar deporte, una
escapada a la playa o la montaña, una película, un momento con tu pareja,
amigos o familia, un libro, etc.
Yo elijo ser feliz y asumo que es mi
responsabilidad y mi trabajo.
Son los momentos especiales de amistad, amor,
risas, complicidad y diversión, mezclados con situaciones de lágrimas y
tristeza, frustración y miedo lo que hace que la vida merezca la pena para mí.
Porque al final lo importante es
tener un sueño cada noche y una ilusión cada mañana, para que no se nos olvide
vivir mientras pasamos por la vida.
Ser feliz es un trabajo diario, un
modo de vida, una decisión solo apta para valientes.
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