LA HUMILDAD Y LOS RRHH
La semana pasada en la sala de espera de la consulta del dentista, mi hijo de 7 años me preguntó qué significaba la palabra humilde, acababa de leerla en un cuento.
Tras explicarle lo que significa ser humilde de la manera más pedagógica posible, como buen nativo digital que es, me pidió que le buscara en internet (o Google, que es lo mismo para él) la humildad y que le enseñara alguna foto de una persona humilde.
Casi todas las imágenes que encontramos tenían un componente religioso y las definiciones y sinónimos, en su mayoría una connotación peyorativa.
Desde entonces, he estado dándole vueltas al concepto de humildad y a la relación con los RRHH y el mundo laboral.
Me gusta la primera acepción que da la RAE de humildad: “virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”, pero me gusta mucho más el origen de la palabra. El término deriva del latín humilitas, de humus, que significa tierra, también significa fértil. El humus geológicamente es la capa de tierra más fértil.
Me gusta la etimología porque son aquellas personas humildes las que son conscientes de sus debilidades y fortalezas y por tanto las que mejor pueden trabajar en su crecimiento personal y profesional, son personas “fértiles”.
Pero por lo general, ¿entendemos como algo positivo que se defina a una persona en el mundo laboral como un profesional humilde?
Llevo 11 años trabajando en el campo de los RRHH y hasta el momento no me he encontrado con una compañía que tenga la humildad en su mapa de competencias corporativas, o que en los programas de desarrollo de directivos se encuentre contemplada. No obstante, más de una organización y directivo debería darse un buen “baño de humildad” para poder propiciar un cambio que la organización está pidiendo a voces.
Muchas empresas y CEOS son los responsables de que se fomente un liderazgo soberbio y egoísta sin permitir la supervivencia de los líderes humildes porque son confundidos con profesionales débiles y sumisos. Y lo que se transmite a los colaboradores es un espíritu de competitividad y se les anima a ser “tiburones”.
La humildad es importante para los directivos, pero también lo es para cualquier persona que quiera crecer y desarrollar su carrera profesional sobre una “tierra fértil”.
Esta semana Pau Gasol (@paugasol) contestaba en su twitter a la polémica levantada a causa de los guiñoles de Canal + Francia, donde se insinuaba que los deportistas españoles no ganan por casualidad, sino por el dopaje con lo siguiente: "Los españoles no ganamos por casualidad, eso es cierto. Apuntad las claves de nuestro éxito: talento, esfuerzo, perseverancia y humildad". Estoy de acuerdo en que la humildad es una de las características que definen a nuestros grandes del deporte.
Afortunadamente he trabajado cerca de pocas personas carentes por completo de humildad, pero algunas de ellas son verdaderos ejemplos de soberbia.
Recuerdo el caso de un CEO cuyo período en la organización fue excepcionalmente breve, lo que no es de extrañar. Era significativo su aislamiento absoluto a recibir críticas o comentarios que no le resultaran agradables y cuando algún colaborador osaba mostrar una opinión que no coincidiera con la suya, inmediatamente era reprendido o ridiculizado con faltas de respeto y seguidamente buscaba una segunda opinión de algún afín que le diera la razón, o que le confirmara lo que él quería oír.
La soberbia nos vuelve sordos y ciegos a la realidad y elimina nuestra capacidad de reacción y adaptación a los cambios. Por el contrario, la humildad nos permite escuchar, observar y percibir con mejor precisión lo que está pasando dentro de nuestra empresa e incluso anticiparnos a los cambios y plantear soluciones.
El profesional soberbio se considera superior a los demás y como consecuencia bloquea por completo cualquier tipo de desarrollo físico, profesional, emocional, etc.
El ex CEO de Nokia, Olli Pekka-Kallasvuo respondió en una ocasión a unos periodistas de Harvard Business Review, que había aprendido en sus primeros años en la compañía la importancia de la humildad. Tenía 36 años cuando le nombraron director financiero y era un momento complicado para Nokia, que entonces ya era muy grande y estaba en una situación financiera delicada, en la que no contaban con la seguridad de poder pagar los sueldos del mes siguiente.
Pekka-Kallasvuo aprendió de su experiencia que la humildad es una cualidad vital en un líder y en las empresas, porque permite poder percibir los cambios a medida que ocurren y reaccionar rápido.
En un equipo directivo la capacidad de respuesta deriva de la diversidad y por tanto, los directivos deben ser humildes para aceptar que necesitan complementar sus opiniones y puntos de vista con las de otros colaboradores. Para el ex CEO, la humildad, la decisión y el valor son conceptos complementarios, no contradictorios.
El líder soberbio no motiva ni genera compromiso en los colaboradores. El líder humilde escucha y deja a un lado su ego y sus objetivos personales para atender las necesidades de crecimiento y desarrollo de su equipo. Se alinea con los objetivos de la empresa y los de su equipo y como consecuencia se gana el respeto y la admiración del mismo.
Generalmente la soberbia divide a las personas mientras que la humildad las une. ¿Cuántos conflictos hay en las organizaciones que en realidad son una lucha de egos? Demasiados.
El tema de la humildad es complicado debido a que todos tenemos orgullo humano y a veces es difícil luchar contra él. Es importante intentar mantener un equilibrio entre la humildad y el ego, una falsa humildad puede ser peligrosa por enmascarar a una soberbia que se esconde detrás. Ya lo decía San Agustín: La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla ya la hemos perdido.
Raúl Píriz escribía hace un tiempo en su blog sobre el nivel en que puede desarrollarse una habilidad y competencia directiva y opinaba que “sólo las habilidades innatas son las que ayudan al éxito, incluso sin desarrollarse. Las adquiridas evitan el fracaso”.
De acuerdo que hay gente humilde por naturaleza, pero también es posible fomentar la humildad desde la dirección de una organización y ayudar a nuestros colaboradores a adquirirla en mayor o menor grado. Entrenar nuestra humildad en el entorno laboral es necesario para:
- Aprender
- Trabajar en equipo
- Comunicar
- Gestionar una empresa
- Liderar
- Mejorar
- Innovar
- Evolucionar
- Aprender de los errores
- Cuidar nuestra marca personal
- ...
https://twitter.com/sonia_rmuriel
¿Qué podemos hacer desde RRHH para desarrollar la humildad en nuestras organizaciones? Hay muchas maneras de hacerlo pero la principal sería potenciarla mediante el modelo de gestión de la compañía, así como desde las políticas de RRHH que se diseñen para cuidar a las personas que conforman nuestro capital humano y crear un estilo de liderazgo sano.
La formación y el coaching son herramientas muy útiles para que esas políticas de gestión vayan calando progresivamente a todo el personal, incidiendo mucho en la alta dirección y mandos intermedios por ser responsables de dirigir equipos de trabajo.
Es fundamental también la fase de reclutamiento y selección de nuevos trabajadores. Intentemos seleccionar buenos profesionales en todos los ámbitos y con inteligencia emocional, evitando incorporar trabajadores potencialmente dañinos para la empresa.
No podemos olvidar trabajar en la comunicación interna, cuidar el clima laboral, revisar los métodos de trabajo, y detectar los comportamientos nocivos para la organización, así como los directivos tóxicos y actuar de manera contundente.
La humildad no es sólo una virtud religiosa, también es una competencia profesional a tener en cuenta. Los profesionales con un excesivo ego no comparten ni colaboran y generan mal ambiente de trabajo, lo que no encaja en la era de la colaboración en la que estamos inmersos gracias a la web 2.0. Cada vez nos cansamos antes de los divos consagrados.
Deberíamos mirarnos de vez en cuando en un espejo y estar muy atentos a la imagen que nos devuelve, para apoyarnos en nuestros puntos fuertes y ocuparnos de nuestras áreas de mejora. Afortunadamente podemos seguir siendo tierra fértil.
“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.”Ernest Hemingway
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